3ª entrega de mi pequeña crónica de viaje



Barrio de Les Halles
Con poco apetito después del opíparo almuerzo en el Hotel Bulgari, me acerqué a las 21h30 al bistró LAI’TCHA de Adeline Grattard , la chef propietaria de Yamt’Tcha (1 estrella) que visité una primera vez en su minúsculo primer restaurante, donde la cocinera realizaba una auténtica proeza desde su diminuta cocina-barra (un bogavante XO ,con tomate, memorable).
Volví después a su nuevo restaurante, ya con estrella, donde la mejora de confort (vajilla nueva, espacio etc…) no tuvo traducción correspondiente en el plato. Había perdido un poco de su frescura inicial. Pero en todo caso, se trata de una cocinera excepcional. Por algo fue la jefa de cocina de Pascal Barbot después de varios años pasados en cocinas de Honk Kong donde se curtió en el aprendizaje de la cocina cantonesa.
LAI’TCHA es, por consiguiente, su casa informal en la que se puede comer por 40-50€. Relación calidad-precio que convenció suficientemente a Michelín como para otorgarle un BibGourmand. Me enteré después de mi viaje de esta distinción, al consultar la lista de todos los BibGourmand de la capital. Lo hice por pura curiosidad, después de mis decepciones en restaurantes que ostentan esta insignia.
La cena estuvo ideal y sobrepasó las moderadas expectativas. El restaurante estaba casi vació por la tormenta de verano que caía esa noche. Hasta la concurrida terraza del vecino Pied de Cochon se había vaciado de repente.
Cuestión “nems”: sigo prefiriendo los vietnamitas, con su pasta de arroz en vez de la de trigo. Tal vez porque son los que degusté desde mi adolescencia en Francia. Y tengo la salsa nuoc mam en mis recuerdos proustianos tanto como la salsa Périgueux, que es la primera salsa compleja que degusté en el banquete de mi comunión. Pero los rollitos crujientes estaban muy correctos.
Los dumplings de todo tipo me convencieron (aunque no recuerde los ingredientes). Siempre me pregunto porque, aun sin tener un hambre atroz, somos capaces de devorar este tipo de cocina con fruición. También ocurre con la japonesa. Y esto, a pesar de que contenga buena cantidad de hidratos y de azucares (rápidos y lentos). Tal vez por los picantes, las hierbas aromáticas, la soja…No tengo explicación, pero siempre estoy dispuesto a degustar estas cocinas, aun sin mucha hambre, cuando me costaría mucho lidiar, en las mismas circunstancias. con una paella o unos canelones, Hasta la ternera del salteado, evidentemente bastante pasada de cocción, se ganó mi indulgencia, por la rica combinaciones de sabores adornada con la habitual cebolla tierna y las hierbas frescas.
No hubo postre. Es lo que tiene esta cocina con importante presencia dulce incorporada a los ingredientes : no incita a ingerir más azúcar al final…
BibGourmand merecido…

