Lo confieso. Hasta ayer no me había atrevido a visitar el MOSQUITO .Pero algunas insistentes recomendaciones por parte de amigos cocineros (sin duda más abiertos a una cierta socialización de la gastronomía) y alguna visita a la Web en la que se anuncia la proximidad y la sostenibilidad de la materia prima utilizada, acabaron por convencerme. Las reservas por teléfono son bastante difíciles. Lo mejor es presentarse allí y que te pongan en la lista de espera (unos 20 mn).
Justamente la primera característica de este local es su enorme éxito entre un público joven y cosmopolita que no está dispuesto a gastarse más de 25 € en una cena. Al mediodía se ve que la oferta es más sencilla aun : tapas, sopas etc…
El antro es algo oscuro (muy tendencia) y dificulta un poco la precepción de lo que comes. El confort es bastante rudimentario, pero a pesar de la falta de aire acondicionado, la temperatura es agradable, gracias a los ventiladores cenitales.
Las comandas pasan por una hoja en la que marcas los platos elegidos. Aquí nada de pedir un pato cocción “rosé” ni que te traigan los dumplings de verduras antes que los de ternera. Los platos salen de la estrecha cocina vista de una manera aleatoria. Unos cuatro cociner@s chin@s (o asiáticos) ahí se afanan para sacar centenares de platos en una noche, en unas condiciones bastante precarias … Pero ¡ todo sea por la “experiencia gastronómica”!
Hay que reconocer que la extracción de humos es bastante correcta.
Todo está bastante rico. El pato lleva sin dudas varias horas asado, como no puede ser de otra manera, pero resulta tierno. La especie de salsa hoisin que le acompaña, cumple su función golosa.
Dumplings de verduras sabrosos , bajo diferentes formas, y con buenas masas . Algo parecido a unas gyosas. De ternera. Agradables también.
Buñuelos de pescado con aliño thai (picante-avinagrado) de textura curiosa. Casi diría que “interesante”… Baño de fritura limpio.
Y panceta al vapor, tal vez un poco correosa en su parte más cárnica.
En resumen. Entras a este sitio con todas las reticencias del mundo, pero sugestionado por las constantes alabanzas hacia esta cocina por parte de tu entusiasta acompañante, acabas sucumbiendo a los encantos de los platos, experimentado como un curioso “síndrome de Estocolmo” gastronómico. Hasta tal punto que sales de ahí con la firme decisión de volver…
El moshi de fresa no es el de la pastelería Ochiai… Es casero, enorme y debe pesar más de 300g…
En este templo de la cerveza artesana (leer el artículo de Jordi Luque en el blog de El Comidista…), me atrevo a pedir una cerveza sin alcohol y una limonada para hacer mi propia clara . Agradable sorpresa : refresco ecológico y Estrella Galicia (mil veces mejor que Free Damm). Pequeños detalles…
La cuenta para dos .
MOSQUITO
c/ Carders nº 46
Abierto hasta la 1h de la noche.
Lunes , sólo noche.
Servicio mediodía sin reserva por telef.