La cena
La cena de los blogueros con, al fondo, José Gómez junior, que empieza a tener responsabilidades en el empresa familiar
La noche anterior estuvimos cenando en O Pazo Couñago… Curioso restaurante gallego, de “decoración” bastante sencilla, algo desangelado, pero con platos más que correctos.
Mini pizza de hongos, jamón y “trufa”, mega croqueta de bacalao con crema de almendra (hubiera ganado con una crema de ajo blanco),
Espectaculares cocochas que me borraron el mal recuerdo dejado por las que había comido ese mediodía en la taberna Laredo de Madrid, y una más que correcta lubina en salsa verde con verduras al vapor torneadas como las hacíamos hace más de quince años.
Los postres bastante correctos mezclaban toques vintage, como los dibujos “a palillo” en la crema inglesa y la fruta envuelta en un “cristal de isomalt” finísimo y perfectamente ejecutado. Daría materia para algún comentario semiológico interesante. Signos “vanguardistas” que se codean con otros de los años 80.
La cata
Después de la visita a los secaderos, lo que tocaba era una degustación de jamones y de cerdo ibérico fresco en casa de José Gómez. La primero se hizo a través de una cata/maridaje concebida por el periodista Pepe Ferrer, enófilo pop-up (rechaza las etiquetas de sommelier y de enólogo) que pasea su sapiencia de Sanlúcar a Mijas, y de Donostia a Guijuelo. Catas siempre amenas ejecutadas desde la ilusión y su pasión por los vinos, más que desde una altiva cátedra, en las que no falta nunca la socarronería de este gaditano atípico.
La cata se desarrolló bajo la vigilancia desconfiada ( y con las pertinentes aportaciones) del propio José Gómez, poco proclive a este tipo de disecciones y disquisiciones.
Maza , babilla, codillo y punta fueron magistralmente cortadas por el discreto y eficiente cortador Fermín Sánchez. Estuvieron acompañados por un borgoña blanco de Corton-Charlemagne y Dom Pérignon, un Viña Pedrosa Pérez Pascuas de la Ribera del Duero (una sorpresa muy agradable para muchos), un Mouton-Rotschild (con etiqueta de Antòni Tapies) y un barbaresco (Gaja). Para la presa y el lomo, se tomó un Vega Sicilia
Para los postres un Sauternes de 20 años y un Tokai Oremus. Todos estos vinos provenían de la espectacular bodega privada de José Gómez, llena de cajas de Petrus y de Romanée-Conti… Sin más comentarios.
Como buen catalán (aunque sea de adopción) pregunté (oh sacrilegio para alguno) por la posibilidad de degustar estos productos con pan con tomate. José no lo descartó, siempre que se degusten alternativamente. Es decir evitar comerlos juntos. Personalmente la condición que pondría es que el plan sea de calidad y tipo payés (el pan candeal no sería el más idóneo) y con un buen tomate de colgar. El aceite sería prescindible, aportando el jamón su propia grasa. Pero esto va a gustos, y muchos prefieren los picos deshidratados. No es mi caso.
También probamos la coppa, la panceta y el lardo. Productos excelsos, tanto para cocinar como para degustar tal cual, que, en mi opinión, deberían ponerse a la venta cuanto antes.
Pan candeal
La visita de la ciudad
Hermoso casco antiguo. Nos dio tiempo a cruzar la Plaza Mayor, pasar por delante de la Casa de las Conchas, hacer un foto desde el coche a la hermosísima cristalera de la Casa Lis iluminada y visitar por la mañana la catedral nueva con los intrigantes bajorrelieves de su puerta principal . Ver el famoso detalle del “astronauta”.
Hasta nos dio tiempo a tomar un par de platillos en Tapas 2.0 y de echar un vistazo a una charcutería, único punto de venta en la ciudad de los perniles Joselito.
Viaje de vuelta hacia Madrid para comer en Álbora, ex Sula, el restaurante de José Gómez en la capital.