Dicen que Gennaro Esposito es uno de los chefs más queridos de Italia. Al menos lo demuestran los centenares de cocineros que acuden cada año a su fiesta de Vico. Tres noches de fiesta con un escenario en la playa y la gente congregada comiendo pizza del Saracino. Esto es la primera noche. La segunda, la fiesta se desplaza a una zona de fiesta playera (Bikini) donde decenas de jóvenes cocineros ofrecen su cocina a miniatura al público invitado. Chiringuitos, DJ, en un ambiente único: Mauro Uliassi, Moreno Cedroni, Massimo Bottura, Andrea Berton ( quien me anuncia que el joven cocinero talentoso Luigi Taglienti, ver último nº de apicius; acaba de convertirse en su brazo derecho en su Trassardi de Milán), Emanuele Scarello (orgulloso de su nuevo Agli Amici de Udine totalmente remodelado) o el siempre amabilísimo cocinero esloveno Thomas Kavcic, se codean con Paolo Marchi (Identitá Golose), Enzo Vizzari (L’Espresso), Marco Bolasco (ediciones Slow-Food), Stefano Boneli (ex Gambero Rosso quien presenta su nueva publicación La Gazzeta Gastronómica) o la intrépida Anna Morelli (Apicius Italia).
Sin olvidar a Gianluca Fusta de Valrhona, quien aportó los postres de chocolate. Pude probar algunos platillos.
Algunos aciertos como la saltimbocca de caballa marinada con tomate seco, yogur de alcaparras y ricotta al horno rallada de Gianluca D’agostino (rest. Veritas de Nápoles)
o el salteado de higadillos de conejo con jugo al oporto y cebolla crujiente (Profumo di vino, Treiso). Fantástica también la pierna de cochinillo a la brasa servida tal cual. Hubo también tapitas inconsistente más centradas en las presentaciones que en el sabor
como este tirabuzón crocante con un sosísimo tartar de cigala (paradigma de construcción culinaria desintegrada), este tartar de atún y sashimi, igual de insípidos sumergidos debajo de cerezas, nectarinas y “pimienta” rosa. Después de otros intentos,
( sopa de tomate caliente ¡! con el calor que hacía, raviolis de gambas,
bacalao a los cítricos en copa de martini y mini hamburguer de carne cruda),opté probar un par de hamburguesa de chistorra ( del joven Lorenzo Cogo, rest. El Coq, de Vicenza, del cual hablaremos más adelante) y por repetir cochinillo (de Paolo Parisi). Ver más fotos e información en el blog de Paolo Marchi.
La fiesta culminó, gastronómicamente hablando, con la degustación de la pizza frita: mozarella, tomate y albahaca. Una deliciosa caprese. No pude asistir a la tercera noche, la de los cocineros estrellados. ¿Se han preguntado si una fiesta de esta naturaleza sería posible, aquí en España? Me llega a la mente la playa de Marbella, a la altura del Calima, por ejemplo…
SABORES DEL TERRITORIO EN LA COCINA DE GENNARO ESPOSITO
De este viaje que acabo de hacer por Italia, recordaré con toda seguridad algunos de los platos de Gennaro Esposito, los más sabrosos que haya comido nunca en este país. A unos pocos metros de su torre más que milenaria desde donde se oteaba la posible llegada de los sarracenos, este cocinero casi autodidacta (un paso rápido por Ducasse)selecciona, escucha al producto y lo sublima con sencillez. Si. Se trata de una alta cocina del territorio, del “territorio marino” que invade todo el menú. Aquí el “paisaje en el plato” es sobretodo esta exuberante presencia del mar y de los sabores marinos, pasados por el filtro del savoir faire de este cocinero que reivindica la memoria culinaria de su Campania natal. Pero Gennaro quiere también expresarse con los quesos, el conejo, el cochinillo,
la carne de ternera del Piemonte (en la foto, en tartar con cuscús y mahonesa de anchoa), el bacalao, los pimientos, el imprescindible tomate o el pimiento. La pasta por supuesto estará presente hasta en cuatro versiones en el menú pero también el norteño risotto. Paradójicamente uno de los mejores que haya podido degustar, muy por encima de los de algunos restaurantes septentrionales. Otra vez volveré sobre el tema de la cocción. No se puede disfrutar de un grano que cruje bajo el diente. El grano de Gennaro está perfecto, entero pero untuoso con sus matices de cebolla, de algas, de pimiento verde, de limón confitado y sus finas láminas de jurel ahumado. Un plato 10, redondo. Pero ¿cómo olvidar también los pappardelle de trigo duro en su justa cocción, con mejillones y conserva de tomate? Un pelotazo de sabor.
¿O los delicados raviolis de conejo con cebolla confitada y provolone fundido? Fundamental ese jugo. Una cocina sin jugos es una cocina empobrecida. Deliciosa también la concha rellena de bacalao mantecado, pesto sorrentino y salsa de arenque ahumado. Como lo podemos constatar, ninguna concesión a la estética. Los platos no se caracterizan por su belleza. Es como si Gennaro no quisiera distraerse ni un minuto de su obsesión por el sabor. ¡ Qué aspecto más banal tiene la ostra a la “pizzaiola” escondida debajo de trozos de tomate, crema de judía y cuscurros! Una pena que no se sirva fría. Mejorable también la construcción algo deslavazada del ravioli de pez espada con “colatura” de anchoa (hilo conductor inapreciable), tomate seco, espinacas y patata. Un poco más de integración entre los elementos (también picar y repartir la albahaca) aportaría un mejor resultado gustativo. Pero ¡qué bueno el pimiento relleno de morena con tira de calamar traslúcido, unas finas láminas de botarga y una emulsión a la naranja! Otra vez topamos con una composición luminosa y amable. Riquísima minestra de diversas pastas y pescados de roca. Una simple parrillada de pescados con un ligero puré de patata y limón. Y para terminar un excelente cochinillo desgraciadamente endulzado por tres reiterativas compotas de albaricoque, de dátiles al jengibre y de manzana. Postres agradables
(mousse de limón, muy poco ácida, con cerezas,
etc…) pero algo fáciles (también fáciles de olvidar…) con su formato de copa. Hubiera preferido comer el clásico el Baba “Napoletano” con crema pastelera y fresas del bosque o la zuppa de pera con milhojas de ricotta.
Un poco más de imaginación también en los petits-fours (¿o pastitas de té?) se agradecería.
La cuenta de 4 personas.
Menú corto a 100 € ( 6 platos) Menú largo a 120 € (8 platos). Nos dieron más platos para probar. La alta cocina es algo más cara en Italia. Pero esta vez, con el paisaje de la costa sorrentina de fondo, todo se perdona. LA TORRE DEL SARACINO Via Torreta nº 9 Loc.Marina d’Aequa 00 39 (0)81 802 85 55 Vico Equense Cerrado domingo noche y lunes. http://www.torredelsaracino.it 2 estrellas michelín