Llegar a París un sábado por la noche conlleva ciertas dificultades para encontrar sitio para cenar. Alojado cerca de la Madeleine, vi que a 400m tenía al Café Pouchkine en la misma plaza. Un restaurante capricho de un empresario ruso que siempre había soñado montar la reproducción del famoso café moscovita en la capital del glamur.
El sitio tiene su pequeño encanto y la carta tiene su atractivo con su menú degustación que incluye la famosa ensalada Olivier , creada por los años 1860 por el cocinero belga Lucien Olivier en el restaurante L’Hermitage de Moscú. Un plato de cocina internacional que derivó en nuestras ensaladillas rusas tan famosas aquí o en Italia.
Pero realmente no se sabe exactamente lo que llevaba a parte de la macedonia de verduras, los pepinillos y la mahonesa con mostaza. Se comenta que pollo hervido y marisco, en el caso de la del Pouchkine, cangrejos de río que al final, y por un motivo que explicaré, resultaron ausentes de mi ensalada.
A la hora de pedir, el maitre me dijo que se había acabado… Seis platos en el menú y el más emblemático fallaba! Le expliqué al encargado de la sala, que mi elección de ese restaurante había sido determinada por la presencia en la carta de ese plato y que no entendía que un sábado por la noche, a las 21h30, con el restaurante sin llenar, se hubiera podido acabar un plato así que no debía llevar nada raro como ingrediente. En resumen, el jefe de cocina no estaba esa noche, pero su jefe de partida intentaría servirme la famosa ensalada Olivier , pero sin sus (preceptivos ?) cangrejos de río. Acepté esta solución. ¿Qué podíaa hacer?
Mientras tanto, y para hacer más leve la espera, tuvieron la amabilidad de servirme
un borsch
que resultó ser excelente, con sus verduras aun ligeramente crocante y ácidas, y la crema agria para dar untuosidad al brebaje. Excelente. (Otra vez la luz tenue y amarillenta hizo estragos en las fotos…)
Ensalada Olivier
Resultado final : una presentación muy decimonónica con unas quenelles de ensaladilla, poco untadas con mahonesa, láminas y hebras de pollo frío, alcaparras, pepinillos y endivias rojas. Vistosa y agradable sin más y muy por debajo gustativamente de las de Toni Romero, Ricard Camarena o Vicente Patiño. Pero mi capricho estaba satisfecho…
Terminé la parte salada con un delicioso
“Boeuf Stroganov”
( buey o ternera Strogonoff) otro plato de la cocina rusa devenido internacional. Una especie de fricandó con su toque de paprika (pimentón) y mostaza, y ligado con crema fresca, un plato poco corriente hoy en día, si no es en el Horscher de Madrid. Estaba acompañado de un excelente
puré de patata y encurtidos
En fin, una cena que no se presentaba muy prometedora (la cosa empezó mal ya desde el principio ya que el encargado de las reservas me tenía apuntado para el día siguiente) se resolvió bastante bien.
Postres de pastelería de la casa , que cumplían su función de previsible epílogo dulzón de la cena.
Así empezó me periplo de 8 días por París, Gante y Bruselas lleno de sorpresas agradables, confirmaciones de excelencia y también algunos altibajos, intentando tocar varios estilos y niveles de cocina.
Café Pouchkine
París