Marc Singla, Albert Enrich y Marta Cid, la propietaria y jefa de sala
De vez en cuando me gusta acercarme a La Mar Salada, restaurante situado en el paseo de la Barceloneta, enfrente del Port Vell. Allí es difícil comer un simple pica pica antes del arroz y una crema catalana de postre, ya que en cocina se encuentra Marc Singla por la parte salada y Albert Enrich en el campo dulce. El primero dirigió los fogones del emblemático Talaia del Puerto Olímpico a principio de los años 2000 (local que dependía del Bulli) y el segundo ha trabajado con Oriol Balaguer. Por consiguiente la cocina de la Mar Salada va un poco más allá, a veces, que una simple cocina marinera y no deja de recordarme aquella época en la que visitaba a menudo aquel Talaia bajo el “reinado” de sus diferentes chefs: Alex Montiel , Sergi Arola y por fin Marc, quien puso en práctica el concepto bulliniano de la deconstrucción aplicándolo a la tortilla española (¡con cebolla!). Hoy la Mar Salada ya no tiene esa copa coctel mítica en su carta (la tuvieron un tiempo). Hay sábados en los que se llega a los 300 clientes y bastante complicada está la mise-en-place sin necesidad de rizar aun más el rizo.
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Chips de alcachofas de snacks. Coca de cristal con tomate y panceta.
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Croqueta de jamón bien cremosa y sabrosa.”Farsellet de bacalao con romesco relleno de gamba blanca. Muy rico.
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Una versión casi deconstructiva del ceviche inspirado en el canelón de aguacate de Tickets con el maíz en forma de helado y coco.Un ceviche elegante. Pulpo de playa con patata, comprado por Albert cada día, como todo el pescado de la casa, en la lonja del Port Vell .
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Gambas de la Barceloneta al vapor. Impecables.
Ostras del Delta del Ebro con una salsa al vino blanco, huevas de trucha y espárragos trigueros. Una elaboración deliciosa muy “a la francesa”.
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Negrito con habitas, alcachofas, huevo poché y fondo de pato. Un pescado muy escaso, de muy agradable textura mantecosa.
Arroz meloso de cigalas. Reconozco que soy más de arroces secos pero creo también que los habitas y el brócoli no le iban muy bien, por la fuerza amarga de la primera y el sabor potente de la crucífera.
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Buenos postres, como no podía ser de otra manera, elaborados por Albert Enrich: raviolis de mango y mató con helado de yogur, crocanti “deconstruido” y una mini Sacher ligeramente versionada: gelatina de albaricoque en vez de mermelada. Lágrima de coulis de frambuesa.
Cuenta para 3 personas. Invitación a los postres.
Y no nos olvidemos del menú diario de esta casa. Uno de los mejores de Barcelona, a sólo 16 €
LA MAR SALADA
Paseo Joan de Borbó nº 58-59
TWITTER: @PhlippeRegol
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