HOLANDESA Y MALTODEXTRINA
Última etapa gastronómica de este periplo nórdico , restaurante Herman en el céntrico hotel Nimbo de Copenhagen. Lunes de Pascua lluvioso, frío y desangelado. Casi todos los restaurantes están cerrados menos éste, dirigido por el chef Thomas Herman. Un chef, formado por la clásica escuela de cocina danesa pero que ha realizado stages en La Broche y en Arzak. La segunda influencia se notará bastante en sus platos.
Ese día como sólo en el restaurante. Un magnífico espacio situado en los jardines del parque de atracciones del Tívoli.
Thomas estaba ausente ese día pero tanto el “sous-chef”(como se denominan los segundos de cocina en el extranjero) que se presenta a la mesa
como Victor, el stagiaire francés que tuvo la amabilidad de explicarme los platos, me prepararán el menú, por cierto bastante corto.
Después de Noma, hay que reconocer que el listón está muy alto pero estoy dispuesto a pasarlo bien. Si en la cocina de Redzepi todas las influencias están ocultas aquí se podría decir que se ven los hilos. Merengues de uvoneve, maltodextrina (¡me persigue!), cebollas impregnadas en vinagre, liofilizados, velos gelatinosos, nubes heladas, falsa tapioca, humo de hielo seco serían algunos de los elementos del paradigma “vanguardista” mientras que el granité de la ostra, las mollejas asadas en caldo de setas, la holandesa, la cocción “poilé” del foie gras y ¡el gorro de los cocineros! pertenecerían al paradigma “clásico-afrancesado”. Como toques gustativos tradicionales, volvemos a encontrar la crema de queso ahumada, la pastelería navideña esta vez con beicon, cebolla y mermelada de pepino en vinagre (delicioso bocado) y la presencia recurrente, inevitable de las huevas de lumpo y de la remolacha.
Me preguntarán ¿Y esto es malo que se vayan entrecruzando varios estilos hasta tal punto que no se pueda etiquetar esta cocina? Pues, no. Me parece fantástico a la condición que se sepa coger lo bueno de cada estilo.
Entremos en el detalle del menú.



Una pregunta. En vez de hacer pomposamente alarde de tanta vajilla, rocas y piedrecillas, ¿por qué no traer al menos estos tres aperitivos juntos? La dosificación de la ceremonia es una asignatura pendiente de la alta cocina. Hay que saber encontrar la justa medida entre la necesaria puesta en escena y la recomendable sobriedad del servicio.









Mini postre de espuma de chocolate blanco con, en el fondo, una gelatina de café muy potente. Estaba bueno.
Muchos petits fours de chocolate negro, con leche, blanco, con fresa, menta y caramelo a la mantequilla salada. Shamallows (nubes) de anís, de caramelo y de polvo de fresa. ¡Qué agobio! ¡Cuánto azúcar! ¿Por qué tantas pijadas?
Tengo ganas de acabar con todo esto y llegar a Barcelona para comer un bistec con patatas y una naranja de postre….
Soy injusto. Hay mucho buen gusto en la presentación de los platos. Algún bocado delicioso y el trato del personal exquisito . Además esta cristalera en verano con el parque bien animado tiene que ser de lo más agradable.
Han conseguido una estrella michelín en el 2008. Creo que van a por la segunda.
Restaurante HERMAN
Hotel Nim
Bernsstorffgade 5
00 45 88 70 00 20
herman@nimb.dk
http://www.nim.dk/
¿Hartazgo?
Era el final del viaje…. Pero harto de ciertas tonterías, un poco, sí.
Próximo post el lunes, espero.
ya lo dijo juan mari…”en la cocina hay que divertirse”…y parece que estos muchachos lo demuestran con su puesta en escena.claro que lo importante es que todo tiene que estar bueno.
Hay que hacer compatible el juego como el hecho de comer bien. No es siempre el caso…