4 comentarios el “DISFRUTAR julio 2020.(Barcelona)

  1. Con tu post, dan muchas ganas de volver.

    Sobre el frit; en Mallorca a parte del frit de matances que comentas, se puede encontrar también muy a menudo un riquísimo frit de marisc al que entiendo hace referencia el ‘frit de gambes’ que te han servido en Disfrutar.

  2. Mi fracaso en Disfrutar.

    Así podría titular la tercera visita al restaurante de Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateo Casañas.

    Vaya por delante que celebro su lleno absoluto un sábado de final de verano en año de pandemia. Sala sin mesas libres y servicio al completo. Me alegro por todo el equipo que tantas horas trabaja para que un proyecto así salga adelante.

    ¿Mi problema?

    Que al haber acabado el menú Disfrutar y después de 3 horas y media de cena lo tengo claro:

    No volveré.

    ¿A qué se debe esta decisión?

    A una combinación de factores.

    El primero: Un menú sin pies ni cabeza. Todos los platos llegaban a la mesa con su perfección técnica por bandera, a todos se les notaban las horas de trabajo. Pero qué sentido tiene pasar de un plato conceptual de “Celeri negre” a otro totalmente convencional de “Lluç amb salsa verde” y de este ir al 8000 de la casa, “Pa xinès amb caviarr” y volver a caer en la insignificancia con la secuencia “Salsa rosa”. Cuando uno sale de Ricard Camarena, Mugaritz, Enigma o DiverXo lo hace aplaudiendo la propuesta y con una idea definida de qué viaje ha hecho. Disfrutar, o mi experiencia en Disfrutar, se inscribe en experiencias más dispersas como las de Can Roca, Miramar o Berasategui o similares. La base teórica/técnica puede ser mejor, pero la experiencia del comensal no deja de ser la de alguien que viaja entre trampantojos, ochomiles y platos ya muy vistos.

    El de Disfrutar es un menú sin hilo conductor. Atrapado, casi siempre, entre la técnica y la nostalgia. Entre la imitación y el trampantojo. Muy dulce al principio, demasiado contundente al final. Poco ácido, poco refrescante, poco original.

    El segundo: Un servicio de sala tan correcto como impersonal. Sí, el servicio es impecable pero frío. No hay nadie que controle la sala (en las 3 veces que he ido, nunca me he encontrado un equivalente a Pablo Sacerdotte que sepa escuchar a los comensales). Y si la sala son mesas muy juntas, incluso en tiempos de pandemia, la experiencia no invita al regreso. Quienes recogen los cubiertos no preguntan por los platos, quienes presentan los siguiente se limitan a recitar sus instrucciones con profesional displicencia. Y vinos poco memorables, y platos ya olvidados.

    En resumen, Barcelona necesita más que nunca de propuestas como la de Disfrutar (pese a todo). Ojalá quienes lo regentan sepan leer mejor la sensación de algunos de sus comensales y ojalá sepan poner la técnica al servicio de una propuesta más personal, que no necesite de epatar al cliente con trucos técnicos sino con una combinación de productos que dé lugar a platos tan perfectos como ese pan chino con crema agria y caviar. Sé que su esfuerzo es descomunal, tanto como lo que pagamos aquellos que vamos. Ahora solo falta que el viaje esté más repleto de cimas como las del “niguiri de gilda”, 3/4 partes de la “nou verda”, el “celeri negre” o el “chuletón amb piquillos”. El resto, muy decepcionante.

    • Pues lamento mucho esta experiencia tuya. Yo reconozco que iba muy nervioso (era una de mis primeras salidas) y no me supe relajar. Yo solo señalaría, como lo digo en el post, un exceso de ceremonia cuando lo que busco ahora es más esencialidad y contención. Yo siempre agradezco las atenciones de los camareros y de Rubén el sommelier, que sabe encontrar lo que busco.
      Tal vez no fue tampoco mi mejor comida (cena en este caso) y apunto un par de “matices” con el huevo de codorniz, el pichón, la presencia innecesaria de petit-fours. Y me preocupa que para realizar tanta labor culinaria, haga falta tanto equipo de cocina. Pero esto es una percepción personal. A Disfrutar siempre habrá que volver…
      Muchas gracias por tu contribución al debate, Jaume!

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