Se le ve cada semana en las pantallas de televisión en el jurado de Masterchef pero Jordi Cruz sigue al pie del cañón, los días que no son de rodaje, en su restaurante L’ ABAC de Barcelona. Además, por si fuera poco, está preparando la apertura para dentro de un mes aproximadamente de su restaurante L’Angle en el primer piso del hotel Cram, sustituyendo a Carles Gaig quien se va a concentrar en su Fonda de la calle Córcega.
Esta nueva propuesta, nos cuenta Jordi, será evidentemente más sencilla que la del 2 Estrellas de la avenida del Tibidabo. Muy buen producto también, pero más humilde, tapas pero sobretodo raciones enteras, descartando de momento el menú-degustación. Una cocina de la tradición reinterpretada, con “menos rock and roll” (según su propia expresión) que en el restaurante de alta cocina y precios mucho más moderados. Casualidad, L’Angle (“ángulo”) se instala en la esquina Aragón/Aribau…
Por cierto, es muy interesante lo que ha pasado en estos últimos 3 años. Lo que parecía al principio un “simple” asesoramiento desde L’Angle, ha ido adquiriendo tanto protagonismo que se ha convertido en la auténtica casa madre, que a su vez ha arrastrado aquella casa (su nombre es propiedad de Jordi) de Sant Benet a Barcelona, transformándola en la futura segunda marca del cocinero. Una inversión de papeles por lo menos curiosa.
MASTERCHEF
Jordi Cruz tiene sólo 34 años pero ostenta ya dos estrellas (+1 , la de L’Angle), dirige el bar de tapas Ten’s y triunfa como jurado en Masterchef, un reality que, sin dejar de ser un entretenimiento televisivo, ha contribuido a hacer olvidar las infaustas “Cocinas del Infierno”, contaminadas por el mundillo de la prensa rosa, programa que supuso una insospechada trampa (¿o no?) para Sergi Arola. (Digo “¿o no?” porque aquella experiencia no impidió que Sergi hiciera prosperar su “marca” como lo hemos observado en un post reciente). Se podrán criticar muchas cosas de este programa. La brevedad del comentario gastronómico (“tienen que ser frases cortas .Como te enrolles un poco, ¡zas! “), la frivolidad del espectáculo a veces, pero ¿cuándo se ha visto en un prime time de televisión a un Paco Torreblanca explicando un “croquembouche” , a un Andoni hacer una receta o Joan Roca con una pequeña clase magistral sobre el pescado? Ver los 3 posts |
Volvamos a L’ABAC. Y preguntémonos legítimamente si esta multiplicidad de actividades por parte de Cruz ha llegado a alterar el nivel de excelencia gastronómica de su restaurante. Tajantemente no. Volvemos a encontrar el mismo nivel de cocina que ya me había convencido en mis anteriores visitas (junio 2010,diciembre 2011).
Se confirma la madurez de este chef que ha sabido encontrar para esta casa una expresión culinaria personal que mezcla un cierto neoclasicismo bien entendido con precisas aportaciones más vanguardistas. Un estilo bisagra que lo tiene todo para satisfacer tanto al gourmet internacional moderno como al cliente algo más conservador. Lo que acabará de convencer a este último, es que esta cocina es indiscutiblemente rica, sabrosa,¡ buena! Y en estos momentos, la “bondad” de una cocina se ha convertido otra vez en el argumento definitivo. Ya no valen los adjetivos ambiguos ( “interesante”, “sorpresivo”, “arriesgado”, ”emocionante”…) o al menos no son suficientes. El SABOR ha vuelto a alcanzar su estatus de Categoría mientras que la estética gratuita, la tecnicidad demostrativa, el juego bobo o el artificio sistemático han sido reducidos a papeles anecdóticos, destinados a seducir a snobs o algunos votantes de la 50 Best.
Pequeña frase de Jordi en la sobremesas “El artificio ya no tiene tanto sentido”.
El menú Gran ABªC
Nitro cóctel .Dados de manzana, jugo de lichi, licor St Germain, canela y lima. Un sorbete al minuto. Sigo encontrando mucho sentido a la crío cocina (introducida en España por Dani García, siempre es bueno recordarlo). Gran frío muy agradecido para platos de verano y pequeño protagonismo concedido al trabajo de sala, que el comensal agradece por su lado play-food. Bien dosificado y sin que se haga de una manera forzada ni sistemática , el acabado de platos en la sala es siempre una valiosa aportación a la experiencia gastronómica del comensal.
Bloody Mary con almeja, navaja, berberecho y un granizado de tomate mejicano ligeramente picante. Brutal, desde el producto hasta la estimulante condimentación. Así se empieza bien un menú. Con frescor, acidez y picante.
Se sigue en la misma línea: caballa curada, sardina ahumada a la brasa, sus pieles crujientes, gelatina y sorbete de pan con tomate, migas. Como un pan con tomate. Riquísimo.
Pulpitos en caldo cítrico, esferas de curri. Explosión en la boca de los pulpitos, con su cocción ejemplar y explosión de las esferas. Caldo de matices profundos y frescos a la vez (bergamota, cilantro). Platazo.
Foie-gras con higos, helado (un poco dulzón) de hojas de higuera, vinagre balsámico. Mantequilla de foie y una ganache del mismo, ultraligera (pero sabrosa). Salvia, tomillo.
Pequeños lomos de bacalao. En realidad, son como ñoquis de brandada (podían estar un poco más potentes de sabor) con pieles de gelatina, guisantes y colmenillas.
Yema curada en agua de mar, cocido a baja temperatura ( llegará un momento que ya ni se comentará las temperaturas altas o bajas a las cuales están sometidos huevos…Para algunos pescados ya veremos más adelante que aun es relevante). Caviar y parmentier al limón. Panceta ahumada y pan crujiente. Golosísimo. Para satisfacer cualquier gourmet. (Lo dorado pertenece a la vajilla, muy de moda en estos momentos).
Verduras, brotes, flores, setas, trufa de verano y hojas con esferas de emmenthal . Caldo de bergamota y boletus. Tomates secos. Sí. Otro gargouillou brasiano. Lleva el mismo queso que el de Andoni. La idea interesante que aporta Jordi, a parte de lo muy bueno que está el conjunto, es esta segunda salsa encerrada en la esfera .
La esfera como concepto de segunda (tercera…) salsa. Creo que sería interesante conceptualizar esta función de la esfera como contenedor de caldo/salsa que se puede añadir a otra salsa/caldo. Se enriquecería la visión “caremiana” (de Antoine Carême) de los fondos; los cuales, añadiéndoles una nueva guarnición aromática, podían diversificar casi al infinito. La función de la esfera (o de varias esferas) sería de aportar complejidad a un caldo, pero esta vez de una manera disociada. Solo en la boca, se reúnen los sabores que llegan así a percibirse de una manera diferente. Más allá del juego textural interesante (ya conocido) de la esfera que explota en la boca, apreciamos una nueva percepción (que llamaría metafóricamente “cubista”) de la llegada de los diferentes sabores a las papilas. A un ritmo escalonado (aunque sea por décima de segundo) y casi en 3D… (Estoy divagando un poco pero creo que la esferificación bien usada forma parte de lo que Adrià llamaba “técnicas de largo recorrido”. Imaginemos, por dar un ejemplo, una sopa de ajo actualizada (sin tanto pan) con esfera de yema, de ajo y de caldo de jamón. También recuerdo el magnífico plato da salazones con esferas de Idiazábal de Eneko Atxa. Ver post. Habrá más ejemplos. |
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Gamba de Palamós presentada en un pequeño infiernillo de roca. Se sirve con un té de gambas y polvo de trompetas (una preparación recurrente en la cocina de Jordi), un “bun” con carne de cerdo al curri y su rabo crujiente. Excelente a pesar de la dificultad para degustar juntos los diferentes elementos del plato.
Bistec tartar imperceptiblemente ahumado (por la campana “roquiana”), huevo cocinado, velo de mostaza y crujiente de pan y pimienta. La carne está pasada por la pacojet pero ha perdido su textura de “nieve” helada a la que se hace referencia en el nombre completo del plato. Plato aún por definir .
Vieira asada, meunière de lima, parmentier de limón (van dos pero no molesta) y mini zanahorias salteadas en mantequilla. Un plato que aplaudirías en un Plaza Athénée (puede que incluso mejor). Son estos pequeños homenajes (como el del huevo ) que Jordi suele hacer de vez en cuando al clasicismo gabacho demostrando así que la Cocina es a veces una serie de sucesivas sedimentaciones y aportaciones seculares que se pueden encontrar en un mismo menú, o incluso en un mismo plato. Un sincretismo culinario contemporáneo que aparece también el soberbio plato siguiente.
Un salmonete del Mediterráneo (“de regusto menos fangoso que a veces el del Atlántico”) con sus escamas crujientes, anacarado por dentro acompañado con una salsa brutal y pequeños toques circundantes de guarnición/condimentación, como estos tomates confitados recurrentes (también estaban en la menestra) pero deliciosos, hojas de cebolla, alioli de citronela (que acompaña los calamares a la romana del Ten’s) y este buñuelo al vapor de chalota negra japo, como una falsa patata (inspirada en una visita a DiverXo, por lo que nos cuenta Jordi).
La pieza de pescado está recompuesta gracias a un poco de proteínas activas (la pegajosa y temible transglutaminasa), producto que, utilizado con precisión y discernimiento puede ayudar al cocinero en la construcción de algún plato de carne o pescado.
Tres cocciones de ternera. Consomé al tomillo limonero. Royale, carrillera y tendones (muy sosos), colmenillas y perrechicos (moixernons, setas de San Jorge).
Sorbete y ganache de yuzu con texturas de yogur, gelatina de albahaca limonera y pieles de cítricos. Excelente primer postre.
Plátano, texturas de cacao, caramelo de nuez moscada y lima.(Una observación: hay un abuso aun en las cartas de la expresión “texturas de”. Como en los años 80-90 se abusaba de la expresión “Al aroma de” ). Sugiero emborrachar el bizcocho con un poco de ron (whisky, brandy etc…) para dar un poco de relieve gustativo y de humedad al postre.
Sorbete de frambuesa con aguardiente de pera Williams.
Petits en la terraza. En plena sobremesa, estas mignardises pasan aun más desapercibidas…¿Una liturgia vacía?
La sala esplendida como siempre con el lucimiento especial del somelier de origen mexicano Fernando Pavón. Personalmente no le quise dar mucho trabajo y disfruté con una copa de cava y otra de este fantástico borgoña, mientras que mi acompañante hacía un maridaje más complejo.
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Vinos espectaculares a los cuales la casa nos invitó amablemente. Nos cobraron también el menú pequeño a 135 €, aunque degustáramos el Gran ABªC de 155 €).
Pan Triticum (que ya se puede comprar desde hace casi 6 meses en la Fábrica Moritz de Barcelona).
L’ABAC
Av. del Tibidado nº 1
93 319 66 00
Abac ha sido una de las mejores experiencias gastronómicas que hemos disfrutado en nuestra vida. Y fue gracias a tu recomendación. Un saludo.
A veces me siento útil! Je je Un gran saludo!
Hola Philippe!
sobre el concurso MASTERCHEF: Creo que va mejorando en cuanto a esos defectos que comentabas, sobre todo el referido a que no se presta atención suficiente a la cocina, y se da primacía al reality. Sigue habiendo una carencia en ese aspecto, pero el último programa, cuando salió Roca hablando de esas maravillas de los mares que había en la mesa (ortiguillas, cabracho, congrio, raya…) el programa me conquistó totalmente.
Totalmente de acuerdo en que podían ser aún más didácticos, explicar un poco más los platos (por ejemplo el de ortiguillas del concursante José David, que es en mi opinión el concursante que está por encima de todos los demás).
Han corregido los defectos de la rigidez y la severidad, Jordi Cruz y Pepe Rodriguez están ahora geniales.
El programa me ha enganchado totalmente: es una buena mezcla de entretenimiento y cocina (aunque esta última en dosis aún pequeñas, esperemos que sigan aumentando). Todos mis amigos, a los que la cocina importa muy poco, están enganchados. Creo que han dado en el clavo, sobre todo si comparamos con otros concursos que utilizan la cocina como excusa.
Un saludo!
Estoy de acuerdo contigo! Estoy enganchado como tú.
Yo también creo que José David es el más talentoso. Y la audiencia responda por lo visto, a pesar de lo difícil es hacer un reality sobre cocina.
Hace unos cuantos meses que fuí al ABAC, excelente. A destacar muy especialmente el sommelier, Fernando, le pedí que me maridara a su completa elección, siguiendo una pauta de vinos que a él le gustaran, nuevos descubrimientos, de sabor potente y atrevidos, etc, etc…. y, la verdad, me descubrió unos cuantos blancos que aún recuerdo con especial fascinación. Creo que es la mejor experiencia en cuanto a vino que nunca he disfrutado en un restaurante (además me recompuso de mi anterior experiencia culinaria en Michel BRAS, donde también la comida, pero muy especialmente la pedantería y la mala educación del sommelier nos arruinó completamente la velada). La comida, excelente, aunque, sea dicho con humildad, creo que a Jordi le falta aún camino para elaborar y consolidar un universo propio: en el menú ví mucho Bulli (macarrones de gelatina de consomé, esferificaciones, etc…) y también ví mucho Blumenthal (nitros, nuestro postre que era un “borracho” con platano perfumado al bourbon y que recordaba muchísmo al “Jelly of Quail” del Fat Duck, etc).
Buenas reflexiones. Planteas el problema de los que han sido grandes hace 35 años pero que ya no lo son tanto. El paso del tempo. Cada cocinero tiene su momento, y la solución no puede ser nunca cambiar de línea de cocina y hacer algo que ni uno entiende ni es propio.
Jordi poco a poco se va deshaciendo de las influencias, pero creo que las esferas se encuentran ahora en todas partes y han entrado en el fondo común, como las espumas o el nitro.
Un pequeño detalle FERRAN ….el sommelier trabajo toda su vida de cocinero…..hizo este cambio radical hace “unos” años….creo que fue mas que acertado!
Esto no lo sabía!
Totalmente de acuerdo Philippe, esferas, espumas y nitros parece que ya forman parte de un fondo común. Ahora bien, sería totalmente injusto decir que las esferas en este caso son del todo injustificadas.., al contrario y como bien dices, Jordi sabe superar bien el puro artificio para integrarlas, en su complejidad, en el plato propuesto. No es mera técnica o pirueta artificial, pues recuerdo que acompañaban muy, muy bien el plato y le añadían complejidad.
Así como también os digo que no le acabo de encontrar sentido al nitro más allá del puro espectáculo en sala (sé que Adrià quiso utilizarlo, sin éxito, para capturar las burbujas de la tónica en un sorbete instantáneo de Gin tonic.., aquí sí que creo que habría sido de gran utilidad el nitrógeno líquido), al contrario, las esferas demuestran que bien elaboradas e integradas pueden elevar el nivel del plato en todos los sentidos, como bien se demuestra en Abac.
Ahora bien, que te presenten, como hicieron en Arola hace unos días en una reseña que colgaste.., una maceta de espárragos verdes como lo hicieron.., creo que eso es sencillamente una copia (en este caso del Noma, con su simulación de tierra de malta y etc…). Sinceramente, para mí, cosas así me hacen perder totalmente el atractivo de un restaurante.., hasta se me pasan las ganas de visitarlo. Y reitero, no es el caso del Abac, aunque sí que creo que a Jordi aún le falta algo de recorrido propio.
Buenas reflexiones. Señalo efectivamente que la maceta era “redzepiana”. El gran debate es: usar las técnicas ajenas e integrarlas a propuestas personales es muy legítimo. Pero abusar de los conceptos ajenos y de moda, puede ser algo aburrido: trampantosjos repetitivos, paisajes, “texturas de…”. Pido un poco más de imaginación por parte de los cocineros y que trabajen más sobre las combinaciones de sabor que sobre los efectos visuales…
En cambio, creo que el nitro es una técnica muy interesante. Ayer me han hecho otra vez un sorbete al minuto en la sala de Els Brancs (Roses). Y algún postre que usaba esta técnica que permite trabajar texturas heladas, que sin el nitro, no se podrían realizar.
Y reitero, el sommelier estuvo titánico!
Que buena pinta!
Desde luego un de las grandes mesas de Barcelona.
Muchas felicidades Phillipe por el blog! Lo sigo desde hace unos
meses y gracias a tus posts he descubierto pequeñas joyas gastronomicas
de la ciudad condal.
Un saludo.
PD: Phillipe no he visto ningun post tuyo sobre la Taverna del Clinic, doy por
hecho que conoces este pequeño bar con gran cocina..A ver si te animas algun
dia ha hacer una foto-critica de las tuyas 😉
Hola MacNamara. Gracias! He estado una vez en la Taberna hace muchos años. La comida me pareció buena pero la manera de llevar los platos a la mesa, de una manera atropellada, casi todos de golpe, no me convenció mucho. No me acuerdo si hice un post. Igual no…Un saludo!
Anteayer estuve en la Taverna del Clínic y disfruté sobre todo de los platos más que de las ‘tapas’ tradicionales, que aún así a mi me gustaron pero no tanto como los platos que pude probar. Tengo ganas de visitar l’Angle, que pena resultar tan ‘centralista’ y no haberlo hecho en Sant Benet… 😛
El restaurante de Sant Benet, lo llevará Jordi Llobet (ex Cingle) quien lleva ya los restaurantes del Hotel de Mon Sant Benet.