Hace justo un año que el cocinero tarraconense Albert Boronat y su mujer Mélina Allair se han instalado en el enclave catalán de Llivia en plena Cerdaña. Estos dos cocineros se conocieron en el Crillon, en uno de los múltiples destinos que ha tenido Albert en los últimos 20 años. Todos en los negocios de Alain Ducasse a quien le debe todo al nivel profesional y venera considerablemente.
Después de este largo exilio gastronómico, este cocinero tenía la voluntad de volver a Cataluña pero con la intención de mantenerse geográficamente próximo a su país de adopción. Por este motivo eligieron esta zona fronteriza que recibe mucho turismo galo, siempre propensos a buscar en el extranjero propuestas que les recuerdan su propia gastronomía.
Efectivamente la cocina de Albert es también fronteriza en ciertos platos y conserva algunos recuerdos culinarios de la juventud, aunque la carta rezuma la tradición clásica francesas por todas partes.
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Sobre todo con sus pâtés en croûte de pato e higos (un poco frío,13€) o su terrina de pollo de corral y foie-gras (buena cocción, 16€), sus hojaldres de cordero recién sacados del horno y trinchados en la sala (como lo presenciamos en la mesa de al lado) pero también los postres de concepción afrancesada con unas fresas con crema chiboust, un babá adaptado a la forma de los “taps” de Cadaqués o el suflé de chocolate, rara avis en las cartas de restaurante.
Espárragos verdes, cocidos “á la minute”, con helado de mostaza, un poco dulzona (11€). La mostaza se elabora en el Tupí de la Cerdanya, una casa de comida/Tienda de productos artesanos de la zona donde desayunamos muy agradablemente por la mañana.
Huevo poché con sanfaina, jamón y alioli (12€)
Bacalao con costra de romesco, tripa de bacalao, judías del ganxet y bouillabaise. El plato menos conseguido de la comida. Un poco tosco y confuso. Mejillones chiclosos.
Unos ñoquis, un poco densos, con rebozuelos.Alguna hierba más aromática ( salvia, orégano…) les hubiera ido bien
En nuestra mesa y después de estos entrantes, un poco difíciles de compartir entre tres, ya que no se propone ningún menú degustación, disfrutamos también de uno de estos clásicos de la cocina francesa como es la pularda “ en vessie”, cocinada en vejiga de cerdo como si fuera una papillote “orgánica”, destinada también a conservar los aromas de la cocción. Una tímida lámina de trufa debajo de la piel del ave provocaba un pequeño guiño “demi-deuil”. La salsa que acompañaba este plato era la clásica salsa Albufera , velouté de ave montado con foie, (en homenaje al mariscal Suchet, duque de Albufera, quien conquistó Valencia a principio del siglo XIX). La vejiga se mantiene hinchada muy poco tiempo y la pularda (aquí media pieza) se trincha en la sala y se sirve con rebozuelos de guarnición.(26€).
Después de una pequeña degustación de quesos de la región ( la bandeja de quesos es de buen nivel pero se sirven tal vez un poco fríos), pasamos a los postres .
Todos ricos tanto las fresas con chiboust (pastelera con merengue italiano),
como los babás/ “taps” emborrachados al ron añejo y nata semi montada a la vainilla (es decir Chantilly), helado de cerezas.
Buen suflé de chocolate con helado de Chartreuse verde.(9€) Otro guiño a Tarragona.
Mención especial por la atención al pan, elaborado en el restaurante . Todos de levadura madre : de centeno, de espinacas a la catalana, de mantequilla y olivas negras….
¡ Y todo este trabajo se realiza con dos en cocina!
Menú de 23 € mediodía y noche toda la semana
Menú 16€ de lunes a viernes, sólo mediodía y laborables
AMBASSADE DE LLÍVIA
c/ dels Forns nº 15
972 89 65 35
Agradable terraza para cenar en verano.
Estimado Philippe
Gracias por la reseña. Este es el típico lugar en el que yo disfrutaría como un niño.
Un placer leerte, como siempre.
Un abrazo
Seguro! Aunque queden algunas cosas por pulir. Abrazo!
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