Un lugar con alma
Comer en el MOTEL del Empordà es siempre para mí una visita emocional. Hace 20 años que acudo a esta casa, demasiado poco tiempo para haber conocido su fundador. Pero es como si intentara ahora captar en vano algo del espíritu de Josep Mercader, aquel cocinero que supo dar unos nuevos aires a la cocina catalana en los años 70. Fusión avant la lettre de la nueva modernidad culinaria francesa de entonces con los productos y las recetas del territorio ampurdanés. Pienso que entre las paredes de esta sala, o en esta misma terraza cubierta que da al jardín,j estuvieron comiendo Josep Pla o Dalí.
![]() |
![]() |
Aun siguen en la carta los mismos platos que estos ilustres visitantes debían degustar. Hay sitios para los que deseas el inmovilismo gastronómico más absoluto. Dejemos a otros la tarea de crear. Al Motel se va comprobar que todo está en su sitio. Que la alta figura encorvada de Jaume Subirós, el yerno de Mercader, quien ha mantenido la herencia, saldrá a saludar las mesas y que el bacalao con muselina y royale de ajo aguanta el paso del tiempo.
Lo mejor es cuando te sacan el snack más “vanguardista” que exista: las raspas de anchoa fritas. Un ejemplo de la cocina del aprovechamiento, que llamé hace años, un poco para jugar, trash cooking, cuando Adrià hizo todo un menú con desechos, elevados a alta cocina. Estoy seguro de que al cocinero de Rosas le hubiera gustar crear esta deliciosa y provocadora fritura.
Agradable espuma de bacalao (creo) con arroz salvaje suflé. ¿Y si se acompañara de la raspa frita?
Los últimos guisantes con sepia, a la menta, un poco pasados de cocción,
una agradable “tortilla abierta” con perrechicos y albaricoque un poco “a la Sacha” ,
una vieira con toques modernos de soja y sésamo (como una teriyaki), impecable de cocción,
la eterna y gelatinosa “tête de veau” con su salsa estimulante ravigote
y un cordero asado con polvo de lentejas secas y terrina de boniato (o calabaza) que no me convenció del todo.
Último bocado : un sublime sorbete de flor de tomillo.
Cuánta amabilidad por parte de la sala y qué paz se respira en esta terraza del Motel…
EL MOTEL
Abierto cada día del año
Estoy contigo, Philippe, en que se percibe esa presencia de los Pla, Dalí o Nestor Luján entre esas paredes. De hecho alguno de los camareros de la vieja guardia ( que no ví en mi última comida) nos contaba alguna anécdota sobre Josep Pla y su afición por la sopa de tomillo y el buen whisky escocés en sus charlas con Josep Mercader. Es parte de la visita a este maravilloso enclave, saber que disfrutas de un concepto gastronómico que Mercader hizo grande en aquellos años.
Fíjate hasta qué punto lo siento así que acabé pasando una noche en el Motel con mi esposa en un viaje que hicimos a la Toscana en automóvil.
Enrique Gallardo
He dormido algunas pocas veces. Es un lugar donde apetecería pasar unos días “en pensión completa”. Bajar por la mañana a desayunar, estar leyendo en la terraza, ir a dar una vuelta. Volver para la hora de la comida etc… Una mini “villeggiatura” …