Emma Sempere y Ricardo Gadea
En mi último viaje a Valencia, tengo que reconocer que me llevé una agradable sorpresa en visitar el restaurante ASKUA. Lo conocía desde hace tiempo de referencia pero en mis visitas a esta ciudad, me solía decantar por otros restaurantes. Aquí vendría una cierta autocrítica por parte de un amante del buen comer y un aprendiz de gastrónomo que soy. Por qué durante tantos años he privilegiado la cocina creativa a la cocina de producto. ¿ Sobrevaloración de la creatividad culinaria? Tal vez…Éramos el país de la revolución bulliniana, y esto sin duda, nos ha marcado a muchos. Ahora no quiero pensar que estamos en un momento de involución (en cuanto a lo gastronómico evidentemente me refiero) sino de reequilibrio. Hace varios años que el producto ha vuelto a estar en el centro de la cocina, que ésta sea creativa o más sencilla, y nuestro gusto por la excelencia es poliédrico. La alta cocina ha visto como si difuminaban sus fronteras y se reinventaba. El gourmet de esta segunda década del siglo XXI disfruta simplemente con lo que es bueno, de una manera más desacomplejada.
Esta pequeña introducción para deciros que desde hoy he añadido un restaurante más a mi pequeña lista de restaurantes valencianos preferidos y volvería mañana para probar estos platos sencillos de los cuales que Ricardo Gadea me habló, y que descarté sólo por falta de apetito (esta cena llegaba después de la comida en Camarena) : ensaladillas (8 €), patatas bravas (homenaje al bar Ricardo 8 €), Cap i pota (callos,8 €) … Realmente si se sabe evitar las espardeñas, el caviar y las angulas, los platos de este restaurante son de lo más asequible. Con su nueva propuesta, que va más allá de la parrilla, que sigue siendo su gran especialidad, y sin rebajar de un ápice la calidad del producto, esta casa ofrece una cocina para (casi) todos los bolsillos.
Esa noche, repito, sólo mi apetito fue un límite para ampliar mi degustación.
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(Pido disculpas por las primeras fotos que son bastante malas).
Alcachofas baby. Las mismas que las de Ricard Camarena, pero aquí, hechas a la parrilla, resultan tal vez menos amargas. Deliciosos bocados.
Cocochas que me recordaban las de Elkano. Es decir , mismo nivel de producto, mismo dominio de la brasa. Hay comparaciones que hablan por sí solas.
Me gustó más el “blanquet” de Onil, con su gelatinoso “pringue”, que la morcilla.
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Croqueta de pollo de corral con toque de curry. Recordando la croqueta de Coure, como se adelanta en avisarme el mismo Ricardo. Tal vez le añadiría un poco de bechamel para aportarle untuosidad. Casi parecía un nugget.
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Molleja con un dedal de caviar. Imaginé la molleja cocida al vacío, y con el toque de brasa al último momento. Con el crujiente de la brasa, el caviar no se aprecia mucho.
El montadito de steak tartar con sus cuatro patatas pajas incorporadas, me pareció bonísimo. Uno de los mejores tártaros.
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Para terminar la parte salada, la (media) chuleta de Luismi Premium. Impecable. En este caso, no haré comparaciones. De las mejores que he comido. Se acompaña con los pimientos de La Catedral confitados a la manera de Julián de Tolosa. Un 10.
Quería algo fresco de postre. Una simple piña con lima rallada. Exactamente lo que me apetecía en ese momento.
Acompañado por Emma Sempere, de sonrisa encantadora, Ricardo atiende la sala con elegancia y cercanía . Una delicia su conversación de gourmet viajado.
c/ Felip Maria Garín
963 37 55 36
Valencia
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