Algunos de los lectores de este blog se acordarán de Guillem Pla, el cocinero que fue socio de Oriol Ivern durante unos diez años en el restaurante Hisop de Barcelona. Hace un poco más de un año Guillem, oriundo de Berga sintió el deseo irrefrenable de volver a su tierra, después de tantos años alejado de su familia.
Después de algunos meses sabáticos y de una experiencia frustrada en algún restaurante de la zona, recaló finalmente Cal Majoral, un restaurante del Berguedà, exactamente en L’Espunyola , donde se crían los corderos ecológicos de Pep Bover en Can Pauet. Tampoco está muy alejado de Els Casals. Es una zona de masías dispersas, algunas transformadas en casas rurales y pequeños hoteles. Es el caso de Can Majoral, un edificio del siglo XIX muy bien rehabilitado con unas nueve habitaciones a precios más que razonable (de 35€, 45€) y la suite 70 €, en las golfas del tercer nivel).
Abajo está el restaurante con su comedor amplio y luminoso. El sol de este viernes pasado acompañaba perfectamente la excursión.
Guillem trabaja con un menú diaria a 12 € que sube a 20 € los fines de semana, y la carta. No hay aun menú degustación pero el cocinero nos quiso hacer un pequeño surtido de tapitas y platos en media raciones (generosas algunas). En verano se puede comer en la terraza.
En fin, un sitio de lo más agradable, en el que Guillem parece encontrarse a gusto a pesar de pasarse la mitad del día en la cocina, con sólo un ayudante. Se ocupa también de los pequeños banquetes y de los desayunos.
Por mucho que Guillem nos avise que en este sitio no se pueden hacer muchas filigranas, nos sorprende ver que la carta es bastante extensa y los platos relativamente rebuscados. Con muchos detalles que dan bastante trabajo, pero que a mi gusto, no aportan gran cosa al plato. Creo que tanto la cocina de producto de territorio como la cocina moderna tienen un terreno común donde pueden converger perfectamente. Es el de la sobriedad. De hecho en el menú que nos sirvió Guillem, fueron los platos más sencillos, menos barrocos, los que nos convencieron más.
La cosa empezó muy bien con un pincho de patata y pulpo con aire de chocolate. Un plato que había degustado hace muchos años en el Hisop, más delicioso aquí, si cabe, ya que se sirve con más integración. Al lado un potente caldo de escudella con mini broqueta de maíz. Combinación bastante típica de la zona.
No disfruté tanto con el trozo de terrina de foie-gras con chutney de mango al cardamomo, reducción de balsámico y raíz de flor de loto frita. Chutney delicioso pero más apropiado para un postre. Le pregunto a Guillem el por qué de un foie en este tipo de restaurante. Me contesta que la clientela no lo suele comer tan a menudo como en la ciudad y, por este motivo, lo sabe apreciar. Es cierto que estamos cansados de ciertos productos, pero no todos los públicos tienen acceso a ellos, al menos con tanta frecuencia como nosotros.
“Farcellet” de panceta con guisantes negros ( “pèsols negres”). Una variedad de guisante tardío que se seca y se consume como legumbre.
Me hubiera gustado visualizar algunos de estos guisantes en el plato. Ligeros aromas de pimienta de sichuan y de menta. Col brotonera (“espigalls”). Uno de los mejores bocados de esta comida, que se pondrá en la carta
Alcachofa y pimiento escalibados con carpaccio de gambas. Al lado se sirvió un suquet de citronela espectacular. Imaginé enseguida un plato con este “suquillo”: las gambas apenas cocidas con unos trozos de alcachofas crocantes. Sería un plato sencillo pero un 10.
Coca de bacalao con cebolla dulce, manzana al curry y confitura de tomate. Exceso de dulce.
Buenísimo el arroz “socarrat” con vieira y calamar, cocinado con el mismo caldo de citronela. Otro plato delicioso del menú. La vieira en su punto.
Pies de cerdo con puré de nabos negros, piñones y toque de salsa de frambuesa. Buen plato pero sobraba la frambuesa y los fideos de arroz fritos.
Cochinillo confitado con boniato, raíz de flor de loto frita, castaña, membrillo. Nos topamos con el mismo problema. El cochinillo estaba bien cocinado pero exceso de dulce y de acompañamientos.
Guillem es un excelente cocinero. Sabe guisar, saber conseguir el sabor. Cuanto antes entienda que “menos es más”, su cocina dará un gran paso adelante.
A pesar de estas matizaciones, Cal Majoral merece una pequeña visita.
Precios muy razonables.
Cierra los domingos noches y los lunes.
CAL MAJORAL
Carretera de Berga a Solsona km 134
L’Espunyola
Me alegro por Guillem. La verdad es que se le ve mucho más sano que en su última etapa en hisop. Buen cocinero, espero que encuentre su sitio y desarrolle su capacidad.
Si. Parece estar muy a gusta allí!