Se trata de un club deportivo privado al cual se puede acceder con previa inscripción, pero no os asustéis, es simplemente una formalidad administrativa que se tiene que cumplir y no le pedirán ninguna cuota. Se puede hacer la reserva por la web o por teléfono, y luego cumplir los trámites in situ.
Estuve dudando un momento antes de aceptar la invitación de Julio Martínez , ex director de operaciones en el Grupo Tragaluz y actual responsable de este restaurante, situado en la orilla misma de una de las dársenas deportivas de la Barceloneta. La aparente exclusividad del lugar me echaba un poco para atrás. Pero entré en la web a echar un vistazo a la carta y vi que llevaba las cocinas, desde hace un año, un ex cocinero del Moo, Alex Palomo, quien ha pasado por El Celler y Gordon Ramsay. Un curriculum no es garantía de nada, pero ayuda.
Es cierto que, sin esta invitación, tal vez no hubiera forzado una visita a este restaurante, pero en estas condiciones no me podía negar a probar esta carta, que reproduce lo que antes se llamaba “cocina internacional”: esa mezcla ecléctica de platos italianos (pastas y carpaccios), afrancesados (lenguado meunière aquí con lardo di Colonnata, espaguetis con “beurre blanc”), platos mediterráneos (arroz Parellada, suquet) y el plato cumbre de la cocina internacional que es el solomillo Wellington. Sin olvidarse de la presencia de un suflé!
Mi curiosidad ya estaba despierta!
Además la temperatura estaba perfecta para cenar en la terraza con vista a los “barquitos” y al skyline del paseo y de la Torre Colón. Solo una pequeña molestia: los pies de las mesas que estorban a la hora de colocar las piernas…
Julio me propuso probar un menú de medias raciones pero quise cambiar el Wellington por un arroz seco.
Después de un pequeño cóctel, pasamos a
una ostra al Josper con algas
muy bien aderezada.
Una croqueta de sepia con mahonesa de allioli verde
excelente de sabor a sofrito y de textura.
En ese momento Mauricio, el maître, me estaba trayendo el pan del Forn de Sant Josep y un buen aceite de Jaén .
Y Giuseppe Picardi, el sommelier napolitano me daba de probar un vino gallego elaborado con tinta femia (10º5) que me encantó.
La cosa empezaba bien y no se podía torcer con
la ensalada de cangrejo real, huevas de tobiko y su mahonesa de hierbas
Mejor repartida, la mahonesa aliñaría mejor.
Estoy siempre consciente del trato especial que recibido en estos casos, pero también sé que el cocinero no va a poder preparar una croqueta especial para mi. Solo me podrán servir algún plato más o añadir una cuchara de caviar que requiere un suplemento de 18€ en la carta. Pero para el resto, es imposible cocinar a medida.
En efecto me hicieron probar un platito que aun no estaba en la carta:
Garbanzos frescos del Maresme con tártar de gambas y sofrito picante
Estos garbanzos siempre me han recordado, por su textura, unos guisantes granados pero el resultado del conjunto me sorprendió gratamente.
También me gustó
esa vieira con salsa de mascarpone, pepino y mostaza
Sigo proponiendo que se dé una pequeña impregnación de encurtido al pepino. Este plato con algo más de acidez, sería redondo. Por cierto en todos los platos, encontré excelente producto. Aquí la vieira, ligeramente acariciada por la plancha.
Tártar de atún Balfegó con huevo frito y caviar
El atún poco aliñado y con las golosas aportaciones del huevo y del caviar. ¿Qué podía fallar?
Llegó el arroz (bomba) con gamba, pescado de roca y mejillones
No he podido identificar el pescado. Pescados y marisco colocados al último momento encima del arroz para evitar su exceso de cocción.
Ligero sabor atomatado del arroz pero punto perfecto del grano. Interesaría rebajar el sabor de sofrito y potenciar el sabor de un buen fumet rojo.
Rechacé al principio de la cena la propuesta de un falso melocotón (imagino que en trampantojo) ya que me apetece cada vez más fruta natural en un postre. Me arrepentí luego. Seguro que estaría bien realizado y un postre así no desentona para el tipo de público de la casa, dispuesto a “jugar” un poco. Confieso personalmente mi desconfianza hacia este tipo de “creatividad”. He comido muchas “mousses” de frutas envueltas en Mycryo y mi capacidad de sorprenderme es mínima, ni que sea ante el gran Cédric Grolet.
Disfruté simplemente de una especie de
melón y sandía al Oporto, con láminas y dados de coco fresco
El coco,correoso, me sobraba.
suflé de plátano y chocolate
Muy bueno. Solo sugerí que el helado (de Delacrem) fuera de ron (o de cualquier otro alcohol que le acompañara bien), para aportar esa pequeña punta alcohólica que agradezco siempre en los postres, mientras, paradójicamente, disfruto con vinos de pocas graduación…(incoherencia aparente, creo, ya que ambas cosas no tienen nada que ver).
Dar de cenar a más de 100 personas con este nivel de cocina, no es cosa fácil. Y Alex lo consigue. Para disfrutar de la terraza y de las vistas, estamos en el momento ideal, pero será interesante volver en otoño o invierno, para ver lo que este cocinero es capaz de hacer en los meses de más tranquilidad.
De momento, ahí queda mi pequeña recomendación.
ONE OCEAN CLUB
Moll de la Barceloneta nº 1
Vaya sorpresa me he llevado, Philippe, al leer tus comentarios del lugar! Me alegro. Mis referencias ( anteriores a la nueva dirección en sala y cocina)no eran buenas. Barcelona merece tener restaurantes así pegaditos al mar. Abrazo.
Albert Arbós Villasclaras INTERPROFIT +34629731987
Una propuesta muy digna!
Abrazo!