Por una vez quise hacer un alto en mi camino hacia Valencia y parar en Peñíscola para probar la cocina de CASA JAIME. Me apetecía comer cocina tradicional, algún buen arroz al lado de la playa. Pero decidí además comer y cenar en esta casa. En una comida no se puede apreciar lo que se hace en una casa. No siempre es posible hacerlo, lo reconozco.
Fundada en 1967 por Jaime Sanz y su mujer Pilar, esta casa se traslada al paseo marítimo Papa Luna en 1982 y mantiene durante cinco décadas la cocina marinera que Jaime empezó a aprender ya a sus 14 años , montado en las barcas, como simple ayudante de cocina.
Desde hace ya bastante tiempo cuenta con la ayuda y aportación de su hijo “pequeño” Jordi, antiguo alumno de la escuela Hoffman de Barcelona y discípulo (¡uno más!) de Manolo de la Osa. Mientras que su hijo mayor , Jaume, se ocupa de la sala , aunque no se resiste a meterse también en cocina por las mañanas y hacer algo de pastelería, como la excelente tarta de queso azul que me dio de probar.
“Cocina autóctona y marinera con toques de modernidad” reza el texto de la web. Efectivamente. intercalados entre las sólidas propuestas tradicionales de la carta, se encuentran platos de factura más modernos
como el rico carpaccio de gambas o el tartar/ceviche de lubina, o la alcachofa con erizo. Hay que satisfacer a todo tipo de público.
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Boquerones en vinagre. Coca de tomate, bonito y piñones
Galeras a la sal
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Pero lo que me llevaré sin duda en el recuerdo serán los sabores de siempre de la casa. Primero como productos. Las curiosas “caixetes”. Molusco de textura recia y firme pero de intenso sabor, que descubrí hace poco en el hotel Ohla Eixample.
O las “llenguetes” que se sirven en una cazuela con el aderezo propio de unas angulas, es decir con ajo frito y guindilla. El huevo aporta el hilo conductor meloso al condumio, como en un goloso revoltillo al minuto. Solo sugeriría unos mini picatostes, servidos aparte, para hacer de contraste de textura.
Pero el plato estrella es sin duda el famoso Arroz Calabuch, llamado así en homenaje a la película de Berlanga, rodada en 1955-56, y que puso Peñíscola en el mapa.
Es un arroz bomba, en principio seco, aunque la maravillosa textura viscosa de las ortiguillas le aporte ese carácter meloso tan goloso. A estas texturas, ya de por sí interesantes, se le añade los tropezones de los filamentos de la espardeña. En fin un arroz para hincarle sin parar una y otra vez la cuchara. En cuanto al grano, estamos lejos de la cocción “al dente”, tan de moda y a veces tan desagradable. Es de una textura amable en boca, de las que no necesitan una masticación forzada de más de unos segundos. Un arroz a la cazuela de lujo.
A la noche, degusté un par de platos populares que me gustaron mucho a pesar del calor sofocante de la noche peñiscolana. Una cazuela de langostinos , raya y patata, que podría recordar el suquet catalán y una sopa hecha simplemente con un buen caldo de pescado y migas de pan viejo. Platos de pescadores, platos pobres , pero deliciosos.
Entre los postres, me quedaré , como lo he dicho, con la tarta de queso y con el helado de romero. Demasiado mazacote y arenosa la textura de la terrina de chocolate blanco con frutos rojos y yogur lio.
CASA JAIME
Peníscola
Que barato. Nada que ver con los precios de Barcelona. Saludos.
Que barato..! Nada que ver con los precios de Baecelona. Saludos.
Descubrí hace poco las caixetes gracias a Alberto Ferruz. Cada vez me gustan más estos mariscos de textura recia y sabor potente (caixetes, escupiñas…).
Pingback: Philippe Regol degustando Peñiscola | Casa Jaime Peñiscola
Hola todavía no les conozco, una persona muy conocida suya me dijo de ustedes, les conoceré y seguro me quedaré como asidua clienta, también mi familia amigos. Hasta pronto un saludo .
Soy Agustina de Zaragoza