Después de mis visitas al restaurante gastro y a la propuesta de la terraza abierta todo el día, me faltaba por probar la Barra Japo del Cercle. Este viernes pasado el restaurante estaba a tope pero justamente la parte más tranquila era esta barra en la que actúa el japonés Mitsutaka Kawata “Taka” (ver foto más abajo) quien estuvo trabajando al menos un año en Can Fabes. No estamos por consiguiente ante una cocina “étnicamente pura” sino en una cocina de base japo pero con cierta dimensión digamos “creativa”. Al fin y al cabo, lo que nos importa es disfrutar.
Y disfruté mucho. Hay momentos en los que te invade unas ganas irrefrenables de “comer japo”, y este viernes era una de aquellas. No sé si existe otro tipo de cocina capaz de levantar este tipo de entusiasmo. Piensas salivando con horas de antelación en los makis y sushis bañados en platitos con soja y untados con wasabi, infringiendo por cierto los preceptos de las reglas de la cocina japo que aconseja sólo un ligero toque de salsa para no anular el delicado sabor a pescado. Pero lo que importa es disfrutar, y cada uno lo hacemos a nuestra manera. El sushi es el bocado perfecto, la “tapa” perfecta (y no es un invento español…). Por esto no entiendo los intentos de “deconstruir” a veces…
Empecé la cena pidiendo un plato de hígado de rape (7 €), un producto que los japoneses saben preparar muy bien. Se sirve con una crema de sésamo y huevas de tobiko. Hasta ahí perfecto, pero no entendí que se le añadiera brevas y anchoas. Es como colar otro plato (con el sabor potentísimo de la anchoa) en medio del sutil hígado. Degusté las dos cosas por separado para que no interfirieran…
Seguí con unas excelentes gyozas de bogavante al vapor sumergidas en un caldo muy sabroso con pencas y hojas de col china (9 €)
Tabla de makis y sushis que confeccioné a mi gusto: makis de atún picante, y de cangrejo real.
Sushi de ventresca y otro de anguila. No muy ortodoxos los primeros, como lo dije antes , pero riquísimos .
Un detalle nada despreciable: el rizoma de wasabi natural rallado.
Bacalao negro con miso de espinacas, daikon encurtido y mini pepino, ambos para desengrasar entre bocado y bocado (8 €). Igual no tan potente de sabor como el de Nobu o de Roka pero es un excelente plato. Digno de un restaurante de alta cocina.
Costilla de cerdo ibérico (Maldonado)(10,50 €). Brutal. Igual no le hacía falta tanta verdura. Con las setas hubiera sido suficiente como guarnición.
De postre, las fresas maceradas con helado de leche del pastelero Marco Leone. Trocitos de crumble, brunoise de jengibre confitado y dados de gelatina de sake que no se aprecian (6 €).
Ideal como colofón refrescante a la cena.
Encontré la relación calidad/precio/satisfacción perfecta.
Tres japoneses de nivel (salvando las distancias) en un rayo de 50 metros al lado de la Catedral de Barcelona: Shunka, Koyshunka y ahora esta barra del Cercle.
EL CERCLE
La Barra Japo
C/ dels Arcs nº 5
93 624 48 10
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