Observación Gastronómica 2

UN PLATO DESLAVAZADO

Acabo de ver la película Menú Degustación de Roger Gual, rodada curiosamente en el Hotel Empuries de La Escala, donde Rafa Peña del Gresca hace un asesoramiento culinario desde hace un par de años.(Ver post).

Esta película catalana podría llamarse también “Mediterráneamente” por que puede parecerse, a veces, a un largo spot publicitario sobre la Costa Brava, el verano, la gastronomía y el buen rollo.

En el fondo no hay mucho más que esto. Una película coral (eufemismo para no decir dispersa) en la que un reencuentro forzoso entre una ex pareja en un restaurante de alta cocina de vanguardia, se convierte en el centro del guión. Cualquiera aspecto gastronómico prometido por el título de la peli y el asesoramiento/cameo de Joan y Josep Roca no alcanza más allá de un pretexto. La gastronomía es aquí un simple decorado, un mero trasfondo para situar este banal embroglio amoroso entre dos ex novios y sus simpáticos malentendidos típicos de una comedia de enredo.

La que debería ser la auténtica protagonista, es decir, la Cocina o la gastronomía, representada por la cocinera Mar, quien sirve su última cena (recordando al Last Waltz del Bulli de hace 2 años) se limita a fugaces apariciones de platos, visualmente tan impactantes como extravagantes. Ningún comentario sobre los platos, ninguna información o explicación sobre ellos. Se intuye algún “cóctel sólido bulliniano” y Joan sugiere una alga caramelizada, de la misma manera que se vislumbra, sin nombrarlo, el aperitivo de aceitunas caramelizadas del Celler. Nada más. Joan hace un cameo de 30 segundos como “sous-chef” sumiso y discreto y Josep hace su propio papel de sommelier durante unos segundos también. Tal vez su frase es la más “auténtica” de la peli. En todo caso muy propia de él y ajena al guión.

No quiero decir con todo esto que la peli no vale nada por estos motivos. Simplemente aviso de que los entusiastas de cocina estarán frustrados.

El guión coge de aquí y de allá. Se sugiere la última noche del Bulli (reservas a un año vista, al lado del mar, alta vanguardia, postre sorpresa, que aquí no llegará), pero también se recuerda a la Ruscalleda, como en Dieta Mediterránea (cocinera de armas tomar, posibilidad de abrir restaurante en Japón) etc… Hasta se insinúa la figura de un Pascal Henry (¿ se acuerdan del gourmet globetrotter suizo que hizo un “sinpa” en el Bulli?)en la persona de un misterioso comensal.

Un batiburrillo oportunista (la gastronomía está de moda) que dejará al espectador igual de ignorante que antes, respeto de la cocina de vanguardia. Peor aún, el gran público que la vea (éramos siete personas en la sala, un domingo a la tarde) podrá pensar que esta cocina marciana (ver la estética de algunos platos) no es para ellos, sino para pijos, guiris de alto vuelo (se habla inglés en la mitad de la peli) y condesas en “villeggiatura”. Algunos mal intencionados, dirán que, con esto, se da el reflejo de la estricto realidad…

Pero tal vez lo peor de la peli no estribe en su vacuidad gastronómica, defecto al fin y al cabo perdonable para un público de a pie, sino en su fallo como simple divertimento, por su falta de ritmo palmario, apenas soportable gracias a las bobadas que profiere el personaje de Marta Torner en la mesa de los japoneses. Un papel que le va como anillo al dedo… Y cuando, hacia el final, el “drama” se acelera un poco, es para caer en un desenlace tan esperpéntico que ruborizaría al propio Valle-Inclán.

¿Era necesario un play back de Raphael ejecutado por Mario Vaquerizo y las Nancy Rubias, como nota final?

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PAU ALBORNÁ, hace ya un poco más de un año que te has ido…Te recordamos.