
1. Manuel Gómez
2. Rafael Arroyo
3. Antonio Ortiz
4. Antonio Rubio
5. Mercedes Bornico. La ganadora.
6. Omar Ramírez
Me acaban de invitar como jurado en la semifinal del concurso del mejor Cocinero Novel de Andalucía. Un jurado presidido por José Carlos García del Café de Paris de Málaga. La final tendrá lugar en el congreso de Sevilla AndalucíaSabor a finales de septiembre. El evento transcurrió en la escuela de hostelería Cio-Mijas en Mijas (Málaga). Como lo suele organizar GSR-Andalucía, mientras los concursantes preparan sus platos, los alumnos de la escuela están presenciando demostraciones de cocina por parte de algunos cocineros de la región. Entre otros Kisco García de El Choco de Córdoba, Ángel León de Aponiente del puerto de Santa María, David Olivas, el segundo de Dani García en Calima o Willy Moya ( en la foto con el presentador Pepe Ferrer) del Abades Triana, el espectacular restaurante que se ve en la orilla del Guadalquivir. En el descanso sólo me pude escapar para ver algunos de los platos de este último cocinero :


Me gustó el aula constituida por unas gradas que permiten una buena visión de las ponencias que presentó Pepe Ferrer, un fotoperiodista- reportero que ha cambiado completamente de tercio al nivel profesional y se dedica ahora al mundo del vino. Acaba de crear su web http://www.vinosdeandalucia.com/ .
Pero volvamos al concurso de Cocineros Noveles. Tenían que cocinar con lubina o pluma de cerdo ibérico de Jabugo. Tenían también la obligación de emplear: o pimientos, o Pedro Ximenez o aceite de oliva ( este último requisito no era difícil de cumplir estando en Andalucía).

La lista de ingredientes a la disposición de los cocineros era bastante extensa. No se entiende porque casi todos se empeñaron en usar pimientos.



Elegante emplatado el de la lubina con pequeña ensalada pero con elementos muy dispersos :daditos de gelatina de PX, difícilmente integrables a la hora de la degustación y una compota de albaricoque que hubiera combinado mejor con la carne de cerdo, tal vez, que con el pescado.
Buena compota de pimientos en el plato del mejor concursante (aunque sería conveniente pelarlos previamente) y buen salmorejo, pero mala cocción de la carne.
En general hubo una buena cocción de los pescados, todos a baja temperatura.
¿Y el plato ganador? Pues hay que decir, paradójicamente, que si los otros platos perdieron a pesar de algunos aciertos (alguno notable como el espuma de aceite de oliva), el plato de la cocinera ganadora venció a pesar de algunos defectos :

Con todos estos comentarios quería decir que las diferencias entre los concursantes “perdedores” y el ganador son a veces mínimas y que aquellos no se sienten afectados por los resultados. Pasó algo parecido en el concurso de las Escuelas de Hostelería de Cataluña el mes pasado. Un concurso tiene un valor muy relativo.
Echo de menos, lo repito, un concurso “ pedagógico” en que se establecería un intercambio directo entre la defensa del plato por parte del concursante y las observaciones del jurado. El concursante “perdedor” se iría a casa sabiendo, por lo menos, lo que se la ha reprochado en su actuación y el “ganador” sabría que en la suya también quedaba alguna zona de sombra. Sólo así podríamos hacer que un concurso de cocina fuera un escaparate de prácticas culinarias para aprender y no sólo una clasificación entre supuestos “buenos y malos”, un simple ranking muy lejos a veces de reflejar la realidad.