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Después de que se haya estrenado ya en una multitud de países (en Italia con Cracco en el jurado, en Francia con Sébastien Demorand, Yves Camdeborde y el triestrellado Frédéric Anton), llega por fin a Televisión Española el programa Master Chef, con Jordi Cruz, Pepe Rodríguez y Samantha Vallejo-Nágera como jurado.
Un reality sobre cocina. Después de los concursos –reality sobre la canción (OT y similares) o sobre la “nada” más absoluta (Gran Hermano), no seré yo quien critique este pequeño acontecimiento.
Intentaremos olvidarnos de aquellas deplorables Cocinas del Infierno en las que chefs mediáticos en ciernes rivalizaban en protagonismo con vedettes de la Transición en decadencia. La cocina y la gastronomía eran meros invitados de piedra, simple pretextos para “liarla”.
También tengo que reconocer que la gastronomía ha sido la gran ausente de Pesadilla en la cocina. El mal rollo, el conflicto y los gritos ocupaban el 90% del espacio. La buena cocina, como la “buena palabra” de Chicote caía del cielo (tal un deus ex maquina en el teatro barroco) para arreglar el enredo, es decir plantar un nuevo interiorismo y proponer una nueva carta que se degustaba ciertamente delante de las cámaras, pero de cuyos ingredientes, combinación de sabores y técnicas utilizadas, el espectador no se enterará nunca…
En el caso de Master Chef, me gustaría pensar, al observar la presencia en el jurado de dos cocineros solventes, (que conozco personalmente y admiro), que esta vez la cocina ocupará el lugar que le pertenece, por lógica, en un programa que la invoca en permanencia.
En este primer programa (que he podido ver en Internet ya que el miércoles pasado, estaba cenando en Pakta), he visto de todo. Evidentemente, y como no podía ser de otra manera, ha habido conflicto, broncas, malos rollos, llantos, alegrías, emociones a flor de piel etc… No me hago ilusiones. En el fondo se trata de ello. Se trata de unir en un sólo producto, un entusiasmo generalizado en la audiencia por los programas de cocina (recetas), con la gesticulación y la manipulación emocional. El espíritu de Risto Mejides, tan gratificante al nivel de audiencia, planea permanentemente sobre el programa. La escenificación sado-maso sustenta con su tensión el programa. Jurado-dominante juega con cocinero-sumiso (libremente entregado a este necesario tránsito inmolador para conseguir su ansiado “sueño”), bajo la mirada aparentemente benevolente pero siempre perversa del telespectador. Y ahí está el meollo del programa.
Pero, para los “enfermos de gastronomía” como yo (y muchos lectores de este blog), reconozco que al menos esta vez he oído algunos comentarios por parte del jurado, cuyo discurso está evidentemente editado y sometido a un implacable y castrador montaje, que me dejan razonablemente optimista sobre los episodios venideros. Cuando, por ejemplo, Pepe Rodríguez suelta una frase como “ me gustaría que me sirvieran el rodaballo con su espina”, (por aquello de la cocción “sur l’arête”) o cuando Jordi Cruz observa el exceso de ingredientes protagonistas en el plato “ son muchos tenores”. A veces se oyeron comentarios más discutibles (en este caso por la tercera miembro del jurado, cuando cuestiona la presencia de piñones en el plato de rodaballo (un crujiente según un concursante) y deplora la falta de crujiente justamente de la piel del rodaballo. Una piel que difícilmente podrá alcanzar, por su naturaleza gelatinosa, niveles de crujiente importante, como una piel de lubina, por ejemplo. Pescado, por cierto, gelatinoso y no graso, como lo dijo equivocadamente otro miembro del jurado. Prueba de la enorme dificultad que conlleva este papel de jurado/profe/ azote de “ignorantes” alumnos/concursantes. Y en este tipo de programa, hay que sentar cátedra en cada momento, con todo el riesgo que esto conlleva.
Tampoco esperaré que se corrija al concursante que diga “UNA roux” en vez de “UN roux”, pero esto son minucias. Lo que sí espero firmemente es que se hable de cocina, de combinaciones acertadas o no de sabores, de técnicas de cocción adecuadas al producto o no, de construcciones de platos apropiadas o no etc…
Al menos Pepe y Jordi, que son los que conozco, tienen la capacidad profesional para dar todo este juego al programa. Si les dejan… Seguiremos atento.
Un par de detalles que me han gustado en este primer programa. El primero, que ocupa tal vez demasiado espacio es la idea de los guionistas de hacer cocinar a los concursantes un menú para 150 soldados. Me parece una buena idea aunque no se haya dado explicación del “por qué” de este show. Es un programa que reivindica la “Alta Cocina”, loable propósito, en estos momentos de crisis de identidad de la misma. Convocar como jurado accidental a un batallón de soldados de paladares “rudos” y acostumbrados a ranchos gastronómicamente “básicos”, me parece algo muy interesante. Siempre he defendido que la “Alta Cocina” es Alta y grande de verdad cuando es también capaz de entusiasmar tanto a un gourmet reconocido como a un paladar menos exigente. Y el segundo aspecto aplaudible es el trabajo en equipo para llevar a cabo esta comida multitudinaria. La cocina es cuestión de talento de uno pero también de la capacidad para trasmitirlo a un equipo. |
Justamente ahora acabo de ver que “si te has quedado con las ganas de saber como se hacen los platos de Pesadilla en la Cocina” tienes la oportunidad de comprar el libro de las recetas… Ahora…y pagando.
Pues yo estoy de acuerdo con lo que dijo sobre Masterchef Mikel López Iturriaga en su columna: http://blogs.elpais.com/el-comidista/2013/04/masterchef.html
Gran artículo de Mikel. Te confieso que no lo había leído. Coincido con él en muchas cosas. En no hacerme ilusiones, en la relación sado-maso que se establece y en más cosas. Verlo en Internet es la solución para saltarse escenas farragosas come la larga secuencia del rancho. Otro problema, este montaje tan férreo y encorsetado que imposibilita cualquier atisbo de espontaneidad como lo dice Mikel. Pero a pesar de todo, seguiremos mirando lo que ocurre…
¿No saldría mas barato comprar la versión americana y producir algo mas nuestro? Supongo q sería mas lógico
A mi la primera entrega me pareció un desastre televisivo (aburridísimo) y un erial gastronómico.
Vamos, que para extraer cinco frases de interés culinario no me tiro hora y media ante la tele. Ganas no tengo de volver a verlo, o sea, que quizá mejore pero que se me han quitado las ganas de seguirlo. Y mira que ganas tenía, ahora ya… quizá si coincido ante la tele le dé unos minutos más a ver si mejora 🙂
Ja ja. Te digo, al ver el programa por Internet, me pude saltar todos los momentos rollo. A ver como pinta la cosa mañana. A mi lo que ya me aburre irremediablemente son los programas de cocina con receta. Arguiñano y cia.
Con la de formatos gastronomicos tan buenos y entretenidos que hay en UK, hemos tenido que ir a copiar los peores…Pesadilla en la Cocina y MasterChef.
En fin, seguire con las ganas de ver una version con chefs espanoles de programas como los de Jamie Oliver,Heston,Rick Stein y un largo etc.
Muy Buenas Senyor Regol y lectores. Coincido don Danielo, pero no creo que el problema radique sólo en la elección del programa a copiar, es el cómo mucho mas importante. El primer Pesadilla en la Cocina de Ramsay en Reino Unido es muy bueno televisivamente y también en el aspecto del funcionammiento real de un restaurante y problemas bastante cotidianos para los que hemos sufrido este oficio desde mas o menos distancia. Mirarlo en versión original en este caso se me ocurre imprescindible, Ramsay sólo funciona en inglés, he sufrido algún caítulo en Nova, y ver a Gordon gritando: “Vuelve a tu maldita sección tío! con doblaje desincronizado es bastante triste. La versión americana es una plasta pegajosa de chantaje emocional ( no tecno…jeje) parecido al tono que se le ha dado en la versión española. El efecto, tanto en el guión como en las reacciones no dirigidas del personal sujeto de la “reforma”, será uno cuando te lo grita un tipo de 1,90m, verdaderamente muy famoso, con restaurantes MIchelin en dos o tres países, y una chaquetilla blanca impoluta de mangas cortas que sugiere que no estamos para tonterias, y será otro cuando aparezca Chicote.
En las versiones de Master Chef de diferentes países( me he tragado algunas), la marcialidad de los jueces varía, pero sobre todo hay lugares mas propensos a situaciones como la señora mayor en pisición fetal en el suelo que diria Iturriaga tirando para el sur de Europa, y mas “pragmáticas” si se quiere cuando nos vamos pa’l norte.
Master Chef es un talent show al uso (y abuso) de cocina, pero podría serlo de tapicería, de magia o de la nada misma. Lo sufrimos más quienes queremos y luchamos por el sector de la gastronomia en general, pero no deja de ser un producto mediocre tirando a malo teledirigido a un espectador medio….
Fuck the average reader! …que diría David Simon…
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