

Estas últimas semanas hablo mucho de BibGourmands Michelin. De los que tienen esta distinción o de los que la podrían tener (como Les Voltes de Moià). Dentro de esta categoría BIB, caben estilos de propuestas y actitudes diversas. Están los que se encuentran cómodos en esta situación (Somiatruites) y los que aspiran a alcanzar la estrella (probablemente L’Algadir del Delta).
Defiendo que los territorios deberían estar plagados de estas “casas de comida” del siglo XXI que recompensan (no siempre) esta “cocina de calidad a precios contenidos”. En Barcelona son solo 5 y es una cifra excesivamente baja que no refleja la buena situación en la que se encuentra la ciudad en cuanto a tabernas gastronómicas de calidad. No volveré a citar todos los restaurantes de la ciudad que se merecería esta distinción. (Otra cosa es el nivel gastro de gama alta, que ha bajado bastante después de la crisis pandémica y , en este caso se debería hacer un nuevo reparto de las estrellas existentes…).
Toda esta introducción para señalar la importancia de este icono michelín a la hora de desplazarse a otra comarca o país, y lamentar que la selección de los inspectores no sea todo lo exhaustivo que se desearía (estoy muy eufemístico hoy…).
En Caldes de Montbui, agradable ciudad balnearia vecina a Barcelona, se encuentra el restaurante de MIRKO CARTURAN, abierto desde el año 2005. Es, con su merecido BibGourmand, como el referente de la ciudad . Cumple todos los requisitos. Hasta con su pequeño menú de 30€ (hay otro, de degustación, de 50) que no sobrepasa los 35€ preceptivos (en teoría…) de los BibGourmand.
Me acuerdo ahora que muchos de estos comentarios, los hacía ya hace 9 años, después de mi primera visita a esta casa, que abrió en el 2005.
El restaurante sigue en su línea. Cocina catalana actualizada con algunos platos de inspiración italiana que recuerdan los orígenes piamonteses de Mirko : raviolis del “plin”con bacalao, espaguetis con tomate y mozzarella, “tagliata”…Platos que me hubiera gustado probar, ya que nunca sé dónde comer buenos platos de pasta (exceptuando los linguini del Coure…).
Mirko nos sirvió un menú del día, al que añadimos, por nuestra cuenta, un plato más, el de las mollejas.

Se empezó con una especie de “plato combinado” en el que se encontraban los tres entrantes. Imagino con la intención de facilitar el servicio. El restaurante siempre está bien animado y solo son dos en cocina y dos en sala. En sala, están Meritxell Caballé , la esposa de Mirko y el hijo de la pareja. Meritxell, además de servir y de recomendarnos un agradable albariño de 11º, no se resiste a charlar efusivamente con los clientes, colando incluso, en este caso en mi honor, algunas frases en francés.
Calabacín relleno de sobrasada
Lo había degustado en mi primera visita (a veces va con butifarra). Se sigue presentando pelado: requisito obligado para que el rebozado se adhiera, me confiesa Mirko. Pero ¿qué necesidad hay de rebozarlo? En todo caso muy rico.
Vieira con capipota
Un mar y montaña agradable con buena cocción del bivalvo. ¡Pues sí, en los pueblos del interior, también reivindican su derecho a comerse una vieira de vez en cuando! Cada día butifarra con mongetes, escudella y fricandó les aburre. Y si fuera una vieira con foie-gras, tampoco pasaría nada. Hoy tengo el día comprensivo.
Boquerones a la menta rebozados
Aquí el rebozado se apreciaba más que en el calabacín (que al final no tenía ni piel, ni rebozado).
Boquerones en gabardina, bien crujientes y riquísimos con ese matiz de hierba buena.
Bonito con samfaina
Excelente cocción. Bien condimentado. El crujiente de arroz no molestaba…

Arroz de mejillones
Muy sabroso. Como un arroz a la cazuela jugoso. Ración para una persona enorme, que nos partimos.
Molleja con chalotas
Tal vez sobraba este plato que pedí en suplemento. Bien cocinadas, pero con un exceso de dulzor provocado por el vino rancio y las chalotas glaseadas. Con un blanco seco, habría quedado mejor. Y dejaría de añadir azúcar a las verduras glaseadas o a las salsas de tomate. Una cebolla, un tomate o cualquier verdura (o fruto)en general ya tienen su propio azúcar.
Babá al ron
Tenía más una textura de financier que la esponjosidad de un babá clásico.
Para los que huyen aun de los interiores, disponen de una terracita entoldada. Una pena que no se pueda recoger el toldo: las fotos salieron con este aspecto un poco apagado por esa luz anaranjada.

Cuenta para dos. 2 menús a 30€. Suplemento de molleja 9,5€. Un par de copas de vino. No hice foto de la cuenta.
MIRKO CATURAN
Caldes de Montbui