Producto, territorio abierto al mundo, personalidad
Solo 6 personas en la brigada de cocina,y es un 2 estrellas!
Kiko Moya asume que parte de su cocina es “de riesgo”. Es decir que reconoce que pide al comensal que haga un poco de camino para adentrarse en su mundo y aceptar una idea de cocina que rompe un poco con la simple representación de una cocina valenciana actualizada. A cambio, él se compromete en hacerle feliz y a ofrecerle unos bocados que el visitante tardará en olvidar. En ese tira y afloja del riesgo y de la recompensa se sitúa la propuesta culinaria de un Kiko Moya cada vez más seguro de sí mismo.
Nunca es bueno comparar un cocinero con otro. Aunque la comparación sea elogiosa, el cocinero se la puede tomar como un regalo envenenado que resta a su propia personalidad. Pero, en este caso, lo diré, pensando más en el lector y en la voluntad de transmitirle las ganas de hacer el viaje a Cocentaina : encuentro en estos platos de L’Escaleta, un soplo “andoniano” que me recuerda algunos de los mejores años de Mugaritz. Evidentemente no en el tipo de elaboraciones y menos en las técnicas usadas, sino en una manera de abordar la cocina y de enfocar la creación de los platos. Una elegancia que lo impregna todo, una esencialidad (palabra manida, ya lo sé) que intenta prescindir de florituras y de vana escenografía. Tal vez me acordé un poco más de Mugaritz cuando llegó a la mesa el foie-gras al barro. No recuerdo haber comido un hígado igual desde los tiempos aquellos en los que Andoni reinventaba ese producto.
Pero L’Escaleta es también (y sobre todo) el escaparate personalizado del paisaje alicantino, con sus productos, sus hierbas, y sobre todo sus arroces, eje fundamental de la carta y seña de identidad territorial que no debería abandonar nunca ningún cocinero de ese Levante. Elaboración totémica incuestionable, a la cual Kiko Moya se ha permitido, hace ya una decena de años, darle la vuelta con su presentación “al cuadrado”, para poder justamente introducir el arroz seco en sus menús degustación de alta cocina.
Incluso cuando Moya “contamina” esta cocina con algunas influencias mejicanas (mole, recado negro, huitlacoche), la reinterpreta “ a la alicantina” como en este jugo negro, empireumático y turbador , de lo que sería una extracción de una pericana levantina (pimientos, ajos y bacalao seco o capellanes). Idea que le vino en uno de sus viajes, cuando probó un “recado” de achiote mexicano. A veces la mirada desde la distancia te hace percibir y reenfocar con más lucidez lo que tenías al lado. A partir de allí, no hace falta ni usar estas palabras (mole, taco etc…) que podían tener aun, hace unos años, el atractivo de la novedad y del exotismo. Solo con inyectar a nuestras cocinas regionales estas sabias nuevas en forma de majados, picantes, aromas… habremos cumplido con ese eterno enriquecimiento por roce de la cocina. Un fenómeno que ha pasado desde siempre, aunque este proceso iba mucho más lento que ahora.
La “creatividad” nunca llega en estado puro. Simplemente se trata de reinterpretar, de re-crear un recuerdo de un viaje, una sensación gustativa, un momento, de tal manera que se torne algo irreconocible. ¿Quién, por ejemplo, identificaría un plato de Santi Santamaría en una ostra untada con mantequilla noisette y acompañada de yema curada y crema agria? Una idea que nació de un recuerdo lejano de una comida en Can Fabes: una langosta aliñada con una yema de huevo y “crème fraîche”. Muchas veces un plato “re-creado” supera en excelencia al mismo plato que le ha inspirado…
Los platos del menú (125€)
Hidromiel
Oreo de ajo blanco y ajo negro
Sacher de “sang amb ceba”
Este bocado funcionaría mejor como petit-four o postre…
Galleta de maíz tierno con sangacho de atún
“Queso” de leche de almendra
“Sagí” de hierbas, en lugar de la mantequilla
(“Sagí” es el nombre que se le da a la manteca de cerdo y cuyo nombre llega hasta el Rosellón)
Almendra tierna, cebolla, leche y regaliz
Una entrada en sabor delicada que acaba con la fuerza prolongada del regaliz en la boca
Sopa fría de pericana con hebras de capellán, matices de hierbas frescas, y picantes
Eché de menos más presencia de bacalao. Gran potencia de tostado pero sin caer en el exceso de amargor.
“Fideuà” de fideos translúcidos, quisquillas marinadas. Pasta de camarones fermentados
Fideo de patata dulce (comprado, me reconoce Kiko), y las quisquillas curadas en sal solo unos minutos.
Gelé de conejo escabechado con su sesito
Como un tembloroso y delicado áspic en ensalada
Ahora sí se puede hablar de esencialidad con
la gamba curada en sal 10 horas
Ha perdido un 25% de su agua. Concentración máxima de sabor pero bien equilibrada con mucha jugosidad. Espectacular!
Seguimos con la línea de salazones con
la ventresca curada
depositada durante un mes en una cámara de sal. Kiko sacó la idea de una carne de Kobe que se curaba de esta manera y la trasladó a la ventresca.
Se sirve en láminas (tal vez demasiado finas) aliñadas con un delicioso
“mole” mediterráneo
(un majado) que lleva hierbas, especias, tomate deshidratado…). Se le raya encima un poco
corazón de atún secado
tan duro como un katsuobushi.
Ostra, yema curada, crema agria con limón y salteada con mantequilla
La grasa y la acidez . Todo lo que le conviene a una ostra. Un par de bocados que no olvidarás.
“Blanquet” de cerdo con garrofó y trufa de verano
Con judías del ganxet y una butifarra blanca, podría pasar por un plato de Els Casals!
Loritos con encurtidos marinos, ortiguilla, hinojo, limón encurtido
Piel crujiente.
Tal vez este plato se hubiera podido servir antes que el “blanquet”, aunque también se puede justificar que funciona transición acidulada y fresca antes de pasar a los arroces.
Kiko suele servir uno solo en su menú.
El estómago del atún
Arroz seco de “bull” de atún
Excelente punto del grano (senia) con tal vez un exceso de caramelización y de dulzor.
Arroz meloso “meunière” con espardeñas
(variedad bombín, un grano más “firme” de lo que esperaba). Me encantó su sabor a mantequilla, la acidez de la holandesa y su untuosidad a partir de un caldo gelatinizado de tripa de bacalao.
Para terminar la parte salada…
el foie-gras en barro
con un tártar de remolacha
maravillosamente aliñado, emulando el aliño de un tártar de carne,
y una col encurtida. Hojas de remolachas secas
que añaden a la belleza del plato.
El foie estaba perfecto de cocción con sus tonos rosados, sin un ápice de un exceso de grasa.
En cuanto al acompañamiento me gustaría que se entendiera que, al foie-gras, le va más la acidez que lo dulce. El foie-gras caliente ha sido denostado en estos últimos años, más por su manera de cocinarlo (“poêlé”) y de servir ( salsas a partir de vinos dulces, reducciones empalagosas, compotas de frutas etc…), que por el foie en sí mismo. Recuerdo el foie-gras de Senderens pochado en un caldo chino, los foie-gras de Mugaritz o de Nerua, el foie-gras en escabeche de Ange Garcia (de Lúculo) homenajeado hace unos pocos años por Albet Adrià en Tickets o un foie con alcaparras de Carlo Cracco (hace 11 años…). En fin, una pequeña lista de foie-gras calientes memorables, a la que se añade ahora este plato de L’Escaleta.
Cerezas encurtidas , sorbete de “timó reial”
Matices anisados.
Horchata de maíz. Maíz tierno, huitlacoche deshidratado
Tal vez le faltaba a este postre un hilo conductor potente (¿líquido?) que ayudara la agradable pero cansina degustación del cereal: ¿chocolate amargo, algún whisky ahumado?
Remolacha
elaborada como un ajo negro fermentado. Textura y sabor muy interesantes alejados del sabor habitual de este tubérculo, tanto como lo es el ajo blanco del ajo negro. Se acompaña de
un helado de remolacha
aunque creo no vale la pena reintroducir con el helado el sabor conocido de la remolacha, una vez que nos hemos alejado de él en el tubérculo. Sería cuestión de aventurarse hacia otras combinaciones gustativas , no tan trilladas.
No di mucho trabajo a Alberto Redrado , el sommelier, primo de Kiko Moya. Lo justo y suficiente como para poder disfrutar de dos vinos. Para mi es lo ideal para sentir la impresión que me van acompañando durante la comida. Ya he explicado mi postura últimamente sobre este tema, y no insistiré.
No vi petits-fours. Solo se regala una tableta de chocolate especiado. A Michelín, siempre tan amante de las mignardises, no parece importarle mucho. A mi tampoco.
L’ESCALETA
Web
Cocentaina
Alacant
Me quedé con ganas de saber más del sabor del queso y de si su textura es correcta o gomosa.
Llama la atención la la foto de la ventresca, pero al igual que el “”queso”” me quedo con ganas de imaginarme sabores y texturas de la pieza.
Mi enorabuena por su labor. Siempre agradecido.
gracias! Tenía textura de mozzarella…