Barcelona no se puede convertir en un escaparate fashion de restaurantes muy guays con tatakis y ceviches. Algo tiene que quedar de aquellas tabernas, bodegas o “cellers” que arrancaron hace décadas y conservan aun detrás de una cierta rusticidad (a veces algo cutre) el encanto de una cocina tradicional o popular. Por este motivo hablé en su momento (en este blog y hasta en el suplemente Qué Fem de La Vanguardia) con cierto cariño de la Cova Fumada de la Barceloneta o de un Can Pineda.
De vez en cuando siento el deseo de comer este tipo de cocina. Es cierto que me cuesta arriesgarme. No es tan fácil encontrar algo digno. Busco al mismo tiempo que el encanallamiento también una cierta pulcritud en las instalaciones de cocina y un mínimo de nivel culinario.
A dos manzanas del Mercado Sant Antoni ( ahora en plena restauración que le devolverá en un poco más de un año su esplendor pasado) se fundó en 1921 CAN MISERIAS. Así se llamaba por las compras “miserables” (insignificantes) que los dependientes del mercado hacían en unos pocos vasos de vinos. Pero pasó lo que pasó en todos los bistrots, brasseries y otras tabernas en el siglo XIX y principios del XX. Estos “antros” donde sólo se despachaban cuatro tapas , empezaron a dar realmente de comer. Era la única manera de retener a los clientes que inicialmente entraban sólo para beber un chato de vino o una cerveza (en el caso de las brasseries del Norte de Francia).
Fueron Albert Pellicer y su mujer alemanda Christia quienes mantuvieron durante cuatro décadas este pequeño restaurante de cocina popular catalana.
Pero la novedad es que acaba de entrar en los fogones el joven cocinero Eduard Losilla. Su padre ha recuperado este local para que su hijo pueda ejercer de cocinero. Con sólo 25 años, Eduard suda la gota gorda (con sólo un par de mujeres ayudantes que se van turnando en la cocina) por mantener la carta de siempre, pero cuidando más los detalles y aportando algunos toques más personales que ha ido cogiendo de su formación en la Escuela Hofmann y por su paso en el restaurante Caelis. Como ejemplo esta nuez de mantequilla Café de París que introduce para montar la salsa de sus caracoles.
De momento se han renovado las instalaciones de cocina y en el futuro (sólo estamos a 10 meses de esta nueva andadura) se arreglará la sala.Ésta necesita un lifting urgente ( la puerta de entrada, los lavabos…) aunque haya intensión (¡y con razón!) de mantener el ambiente vintage de décadas pasadas.
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Patatas chips Sarriegui. Excelentes aceitunas
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En mi primera visita de anteayer pude probar la bolsita crujiente de pasta filo rellena de brandada de bacalao. Deliciosa. Y un croquetón de pollo y jamón ibérico que, sin ser de los más fluidos, sabía estupendo.
Muy ricos también los caracoles con esa salsa untuosa (mantecosa) con sabor a jamón y aromas de hierbas y especias.
Y de segundo, los famosos fideos chinos con daditos de sepia, calabacín y berenjena frita que aportó Christia. Un toque oriental en medio de una carta tradicional.Son intocables para una gran parte de la clientela. Os prometo que no tenían nada que envidiar a los del Shunka. Es aconsejable compartirlos con acompañante. Las raciones son importantes. De hecho, aunque no me lo ofrecieron, hay un pequeño menú degustación por las noches en el que sirven la croqueta, la bolsita de brandada, media de fideos, un segundo y un postre por 25€.
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De postre tomé una agradable crema catalana casera, como las de toda la vida y con su caramelo superfino (perfecta la media ración) y un helado de vainilla con higos al Brandy (también media ración). Algunos helados son caseros.
Hablando al final con Eduard, le noté una cierta decepción por no hacerme probar más platos. Algunos de los cuales se sentiría tal vez más orgulloso. Decidí volver al día siguiente (no siempre se puede hacer una doble visita pero a veces es muy recomendable…).
Segunda cena
Esta vez con medias raciones, menos la sopa de cebolla gratinada. Riquísima. Un sabor intenso.
Otro plato vintage donde los haya: crêpe gratinada de rape y langostinos y salsa de gamba. Un viaje a los años 80. Un poco menos de cocción al pescado no iría mal…
Tripas a la catalana. Ricas pero hacía falta un poco más de jugo.
Y puntas de filete con salsa a las tres pimientas. Una gota más de demi-glace para distender un poco la salsa, algo espesa. Buena patata panadera de guarnición.
Como una “tarta” hecha al minuto. Fondo de carquiñolis picados, crema de yogur y galleta, fruta fresca. Muy casera pero rica.
Habría que hacer un pequeño esfuerzo en intentar buscar tintos de menos graduación…, más ligeros. Haberlos haylos y justamente en Galicia. Pero también algún trepat de Cataluña.
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Lo dicho. Algunas cosas quedan por pulir un poco, pero estamos ante una cocina honesta, de un estilo un poco demodé tal vez, pero acorde con el marco y el espíritu que ha marcado esta casa durante cuatro décadas. Y esto se merece un pequeño respeto.
CAN MISERIAS
c/Comte Borrell nº 106
93 454 78 37
Cierra domingo lunes y noche
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Bona Tarda Philippe,
Fuimos ayer tres personas y la experiencia resultó nefasta y los tres estamos habituados a visitar un mínimo de 2/3 restaurantes por semana y publicar algunos y de hecho, la experiencia vivida ayer, la publicaremos en pocos dias.
No nos quejamos de aspecto demodé, puesto que en mi caso venia el dia anterior de La Perla, de la salí muy satisfecho, como es habitual. Tampoco me quejo del servicio, que estuvo correcto en todo momento, excepto en el cambio de una copa que luego comento.
Miercoles dia 7/4, 14h… Local vacio excepto dos mesas… Llegamos los tres y una de las copas estaba quebrada. Pedimos cambio de esta copa y aparece el camarero con otra mucho más pequeña y de calidad inferior… (¿?¿). Solo tenian 3?.
Pedimos: tres primeros a compartir intentando elegir entre los platos recomendados en la carta. Croquetas (de menú de 10€). Canelones (también nivel menú del dia). Guisado de garbanzos (infames y tiene delito hacer infame un plato así).
Segundos: Bacalao (correcto y con buena materia primera), Calamares guisados (vulgares y más del 50% volvieron a la cocina), callos (que fué mi elección… siguen secos y sin alma. También el 50% retornó a la cocina).
Postres: ya no nos atrevimos.
A las 15:30 Cafè: Malo i a medio café empieza a llenarse la sala de olor… Empiezan a freir sardinas, supongo que para algun escabeche, puesto que la sala estaba vacia.
En tu crónica decias que quedaban cosas por pulir… Mi opinión es que deben haber empeorado. Me extraña que haya allí un cocinero… Te aseguro que a mi me salen aquellos platos y me disculpo.
La cuenta: practicamente 40€ por persona, con una sola botella de vino y sin postres…. Deberia remontarme a 2 o 3 años para encontrar una experiencia así de nefasta.
Saludos Philippe
Bona tarda Ricard,
No sé que contestarte. Estuve dos noches seguidas para comprobar el nivel de cocina. Mi post no rezuma un entusiasmo desbordante pero me apetecía dar mi pequeño apoyo a ese Chico, Eduard Sotilla, que acababa de coger la riendas de este negocio. Todo lo que comí estaba rico o correcto . Rico el farcellet, los fideos, los caracoles etc. Veo que las cosas que estaban por mejorar siguen sin mejorar (los callos). El servicio tiene la languidez de esas cas de toda la vida y necesitaría un poco más de entusiasmo. En fin, veo que comimos platos diferentes, cosa que me tranquiliza.
Como no me gusta quedarme en esta impresión de duda, volveré un día con tranquilidad a ver que tal…
Gracias por tu comentario.