El Hotel Emporium es un hotel de carretera situado en el histórico pueblo de Castelló d’Empúries. Iba a decir “valga la redundancia” pero en esta zona del Alto Ampurdán, todo es “Empúries o Emporium”. Las ruinas romanas vecinas han marcado tanto el vocabulario toponímico de la región que hasta han dado su nombre a las comarcas.
Este hotel alberga el restaurante de la familia Jordà. A su casa de comida y su restaurante gastronómico, que capitanean unos gemelos de 27 años, Màrius y Joan, bajo la estrecha vigilancia del padre Salvador, mientras que Helena Giró, la madre, atiende el bar adyacente. Como pequeña curiosidad, los dos hermanos se van turnando entre la sala y la cocina. Excelente costumbre.
Carta relativamente extensa y dos menús degustación de 78 y 56 €. Precios importantes que no desmerecerían en el centro de Barcelona. Pero estamos en la provincia de Girona, donde el nivel adquisitivo de la población es bastante alto de por sí, amplificado por el efecto turismo que siempre la ha caracterizado.
Tomamos el menú “largo”,, que tampoco lo es tanto, aunque en este caso ligeramente ampliado con el plato de calamar relleno, que resultó ser el mejor plato de la comida. Creo que en el menú más caro de un restaurante, tiene que haber lo mejor de la carta y este plato tiene méritos suficientes como para figurar como “fijo”.
Pero he prometido ser cada vez menos parlanchín, y así lo intentaré.
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Aperitivos/snacks. Corneto de remolacha con helado de vinagre (creo que balsámico) y oliva negra. Turrón de piñones. Polvorón de tomate seco (emulando el de Disfrutar), crujiente de cereal con pimentón picante. Exceso de dulce y de sequedad para empezar la comida. Con 35º fuera, más que nunca se justificaría empezar con notas frescas, húmedas y ácidas.
Gambas con cerezas (fruta y granizado) y sopa de almendras y albahaca. Si quitáramos la gamba tendríamos una excelente base para un posible postre. El plato ganaría algo si se pasara de “sopa de almendra” a “ajo blanco”.
Un plato que llamaría “Rosbif de pato” con anchoa, con virutas de foie, huevas de trucha y gelatina de pera. Plato concebido, imagino, a partir del pato con pera de la cocina tradicional ampurdanesa. Lo dulce/salado no es un invento de los “modernos” . Tiene sus raíces en la cocina popular. No volveré sobre este tema y sobre la idoneidad de revisar, con espíritu crítico, la tradición.
Me gustó mucho, en cambio, la combinación pato/anchoa.
Caballa con caldo de escabeche, alguna alguna alcaparra, alguna granada y alguna habita (de lata), todas un poco perdidas. Indecisión tal vez…? Falta en la foto la ralladura de granny smith que se ralla al momento.
Merluza con cap-i-pota, jugo de tomate seco y judías verdes (éstas con la clorofila un poco apagada). Buena idea de plato pero faltaba chup-chup y garra al guiso. Más acidez, un poco de picante…
Sin duda lo mejor de la comida este calamar a baja temperatura relleno de farsa de butifarra negra, salsa de tinta y un puntito de romesco, éste perfecto de acidez. Dos puntitos mejor que uno.
Hasta me gustó la estética zen del plato.
Cambiamos el cordero por el Mar y Montaña de pies de cerdo y espardeñas. Iban rellenos de butifarra blanca de Els Casals y acompañados por una interesante endivia braseada al vermut. No aportaba nada la nuez garrapiñada sino más dulzor. El pie bien guisado (aun firme) y una buena pero escasa salsa. Pedí más. Era el momento de mojar pan. Los cocineros se preocupan siempre mucho por la estética de un plato y no quieren encharcar los platos. Una solución es que el camarero ofrezca en la mesa con una jarrita un poco más de salsa. Estoy seguro de que pocos clientes se negarían.
Pequeño surtido de quesos de la zona, cada uno con su condimentación. A mi me suele gustar el queso tal cual, sin confituras y otras jaleas dulzonas. Destacaría uno de vaca de pasta cremosa de Roques Blanques, otros de Mas Alba y un azul de búfala.
Buenos postres. Sencillos pero muy agradables .
Crema de limón con moras, granizado de eucalipto y queso fresco, en helado y rocas crujientes. Muy buena armonía de sabores y texturas.
Ensalada de naranja (no es la mejor temporada para los cítricos…), zanahoria, albaricoques, melocotón, crema de cardamomo, melón cantaloup y caléndula. Tal vez demasiados ingredientes pero muy bueno en su conjunto.
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Excelente vino tinto, uva gamey, bien refrescado y gran vino dulce del Ampurdán. , textura de caramelo pero muy buena acidez.
Buen surtido de panes del Forn de la Trinitat . En la zona, nadie hace panes de estas características y hay que traerlos desde Barcelona.
Dos menús. Invitación a bebidas.
Hotel Restaurante EMPORIUM
c/ Santa Clara nº 31
Castelló d’Empùries
(Girona)
972 25 05 93