Ayer visité ORIA, el nuevo asesoramiento de Martín Berasategui en el reformadísimo Monumental Hotel , antes Condes de Barcelona.
Para aclararnos, un poco de recapitulativo. El antiguo Condes de Barcelona ha realizado el año pasado una gran reforma que implicaba una modernización de las habitaciones y un cambio total del espacio de la planta baja que antes ocupaban el 2 estrellas Lasarte, salones de convenciones y lobby. Ahora se llama el Hotel Monumental 5 estrellas Gran Lujo.
Solo el anexo del otro lado de la calle (4 estrellas mantiene el nombre anterior) mantiene el nombre anterior. Justo al lado se encuentra, el LOIDI, el bistró del cual hablamos hace unos meses.
El 2 estrellas se ha renovado de una manera espectacular pero se ha añadido una propuesta culinaria un poco más informal en un magnífico espacio que hace de lobby del hotel con un barra para los cócteles del ubicuo Javier de las Muelas.
El espacio realizado por Carles Bassó y Tote Moreno, a partir de una idea de Òscar Tusquets es extremadamente luminoso gracias a un enorme tragaluz que deja entrar mucha luz natural.
El interiorismo es de Mercè Borrell. Sólo un comentario, que no es menor: los asientos/banquetas tanto del bar como del restaurante son muy confortable. No hay nada más desagradable que comer hundido en mullidos pero poco ergonómicos sillones o banquetas.
En fin una apuesta muy potente de la propiedad (Grupo Cadarso, también Fonda España) por crear un conjunto hotelero y gastronómico de primer orden.
ORIA está abierto desde el mes de marzo. Pretende hacer una cocina entre gastronómica y bistronómica. Cocina entendible, rica e informal, aunque he podido constatar (por la vajilla, por el trato del servicio de sala, por un cierto emplatado un poco “fine-dinning”…), que de informalidad la justa.
El jefe de cocina es el portugués Filipe Carvalho, pero libraba ayer, así que no hubo la habitual foto de la cocina, sino una sobremesa con Paolo Casagrande, el jefe de cocina del 2 estrellas.
Me hubiera gustado tal vez hacer el menú de mediodía de 40 €,fórmula que me pareción interesante, pero se me tenía preparado una degustación de platos a los cuales añadí alguno más. Lo de siempre: por probar varias cosas y poder opinar en conocimiento de causa.
Después de un arranque un poco lento,(a veces sobre todo en los almuerzos, es mejor agilizar el servicio) empezamos con un pequeño aperitivo de chistorra, almeja y brócoli
Luego llegó una riquísima crema de sardinas.
Probé la sopa de almendras a base de un sabroso caldo de jamón (tibia), ligado con un poco de nata, ilustrada con un delicioso tartar de ostra y vieira. Ahí se ve el toque “francés” de la cocina de Martín.(No hay foto).
El guiño a Cataluña llegó con un canelón de rabo de vaca y setas . Bastante rico aunque más suave de sabor que la potente sopa de almendras (con poco sabor a almendra, por cierto), que había degustado justo antes.
El toque vasco-italiano se materializó en un risotto de carnaroli con berberechos y txangurro. Tal vez un poco demasiado al dente y como si el arroz y el excelente jugo que le acompañara fueran cada uno por su lado. Paolo me comentó que hubo un pequeño despiste en el arranque del arroz pero estoy convencido de que el famoso Acquarello no da tantos buenos resultados como se quiere dejar entender. Un producto tal vez un poco sobrevalorado.
Excelente el rape con alcachofas y berberechos también.
Carrillera de cerdo ibérico con puré de patata y de orejones. En la carta se anunciaba con cigala, pero no la vi…Buena cocción firme de la carrilera (no me gusta la textura “ qué se deshace”…
Me sobraba completamente el dulcísimo puré de orejones que impedía la degustación del excelente puré de patatas. Para cierto en algunos platos, tal vez es mejor servir las guarniciones aparte y que la gente se sirva a su gusto. Pero yo descartaría de todas formas estos sabores dulzones que no realzan los guisos sino que los hace más empalagosos. ¿Qué tal una carrillera con una buena salsa de alcaparras?
Buenos postres . Tanto la infusión de arroz con leche, cardamomo y yuzú, bizcocho de pistacho,
como el borracho de pasión y sorbete de mango, con sus puntitos de chantilly.
No hay menú degustación estipulado pero sí la posibilidad de hacer un menú al gusto del cocinero pero con el precio que decida el cliente. Una idea recuperada de los inicios de Martín en su restaurante de Lasarte, por ahí al principio de los años noventa (recuerdo que lo visité en su primer verano , ¿93 o 94?).
Panes caseros. Buena focaccia.
Un pinot noir de los Pirineos (1000m de altura), que me gusta mucho, de Raül Bobet.
Restaurante ORIA
Paseo de Gracia nº 75
93 548 20 00
Pues tiene buena pinta. ¡A la wish list!
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