Hay en estos momentos en la ciudad una gran cantidad de eventos, de inauguraciones, de aniversarios, de presentaciones de nuevos menús, de libros, a los cuales se convocan periodistas, blogueros, periodistas-blogueros y blogueros usurpando el título de periodista (como yo). Lo importante es, más allá del motivo de la convocación, vernos, charlar de gastronomía, intercambiar informaciones sobre el cotilleo gastronómico de la ciudad. Reconozco que me divierte pero muchas veces declino invitaciones. La saturación es total y cuesta a veces discernir entre lo importante y lo anecdótico.
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Entre las muchas noticias tenemos la apertura de El Nacional, un vasto espacio gastronómico con ostrería, hamburguesería con carnes del Capricho, coctelería etc situado en un pasaje del paseo de Gracia. Interiorismo del ubicuo Lázaro Rosa Violan y dirección gastronómica a cargo de Carles Tejedor. Entré y salí . Un día tendré que sentarme y probar un par de cosas. Confieso que este ambiente “centro comercial” no va conmigo.
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Oriol Balaguer acaba de inaugurar una chocolatería en el dinámico barrio del Born, en la calle Fusina, justo enfrente del antiguo mercado totalmente restaurado.
También el interiorismo es de Lázaro Rosa Violan, como no podía ser de otra manera. Algunos hablan ya de estilo “violanista” , que marcará toda una época. Materiales reciclados ( a este ritmo ya no quedará nada por reciclar…), reconstitución de una aparente patina del tiempo. (Pero parece que al menos en el nuevo DiverXo, las cosas afortunadamente no haya ido por ahí…
El surtido en bollería no es enorme. Merendé con el super croissant y un café con helado (el “affogato” milanés). Interesante sistema de pago automático (CashKeeper) en el que los dependientes no tocan el dinero.
Justo al lado, puerta con puerta, está el LLAMBER, el restaurante del asturiano Fran Heras , quien tiene su “taberna madre en Avilés” y quien se ocupa de la línea gastronómica del ORGANICS. Ha decidido lanzarse en los “esmorzars de forquilla” (desayunos de cuchara) en este momento muy “tendencia” en Barcelona.
Hace unos días estábamos invitados a probarlos, aunque al final , a parte de los callos, fue más presentación de platos de su nueva carta.
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Platos sencillos y golosos como este huevo sobre un estupendo puré de patata, esta versión del pote asturiano con pulpo y puré espumoso de fabes, chips de ajo y berza. O con este pimiento relleno de pie de cerdo y buey de mar, salsa de langostino y toque de chipotle.
Una versión del cachopo, aquí con pollo (“pitu de caleya”) y langostino , salsa de mole (éste inapreciable)
Todos platos ricos, entre los cuales se había “colado” una especia de paisaje arenoso con trompetas, castaña, tartufo (producto carísimo que no hace milagros) y bolas de crema de foie (que no sabían a foie). Sequedad, insipidez. Un platillo que podía recordar estos platos que se encuentren a veces en los concursos de “cocina creativa”. Fran sabe muy bien que su cocina no pretende ir en esta dirección. Y desgraciadamente no quiero decir que no haya un público para esto… Fantásticos quesos asturianos. A fuego al pito, casín…Un cabrales grandioso.
Postre: espuma de arroz con leche con crema de avellana, helado de azafrán.
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Ayer comida muy agradable en LA VENTA del Tibidabo. Un casa que celebraba los 110 años, aunque se llamara durante más de 40 años “Vinyes”, apellido que por casualidad lleva uno de sus actuales propietario , Lluís Vinyes, asociado a Josep Vilella (Cinc a Taula en en diario La Vanguardia) para coger el relevo de Paco Bosch, a la cabeza del negocio durante cuatro décadas. Se trata de una nueva etapa que se abre. Cambiar algunas cosas para que en el fondo todo sea igual y se mantenga la cocina y el encanto de esta casa que contempla la ciudad de Barcelona desde su mirador.
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Arroz a la gandula. Filete de rape Orly con salsa Nantua (creo que mejor con una salsa a base de holandesa por su estimulante acidez), excelente filete de buey en costra (parecido al Wellington), enrollado en su lámina de panceta para no humedecer la masa. Realmente bueno. Sólo lamento el puré de manzana que le acompañaba. Un buen puré de patata hubiera sido perfecto. También se olvidaron, en nuestra mesa, de servir el jugo . Éste era un plato que recuerdo de la carta de La Venta y que sin saber porqué se ha suprimido. Una pena.
Ayer no era un menú significativo de la carta habitual del restaurante, sino un menú ad hoc para el aniversario, con algunos platos de Ignasi Domènech, el discípulo catalán de Escoffier.
Los deliciosos canelones, eso sí, se pueden encontrar cada domingo en las propuestas del día.
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También el biscuit glacé elaborado en los mismos moldes, rescatados, que usaba Domènech.
Excelente textura. Tal vez unos hilillos (como dice alguno…) de chocolate fundido le hubiera sentado bien.
Queda pendiente que vuelva para comer platos de la carta.
Mis dos últimas experiencias en Llamber fueron esperpénticas. Era verano, era la terraza del Km.0 de la Catalunya revisionista, pero nada de lo comí haría pensar que el restaurante no era uno más de la legión de atrapaturistas del Born que ofrecen producto mediocre con gustos potentes que primero aturde al paladar, luego golpea al estómago y finalmente vacía la cartera. Le daré otra oportunidad.
He criticado el único plato que me ha parecido esperpéntico. El “paisaje”. El resto muy correcto.
Iré avisando con cada vez más claridad cuando mis post relatan comida “de prensa” para que todo esté más claro.
el biscuit glacé me recuerda al suflé helado del Racó den Binu
Sí! También lo hacen! Es brutal!! Receta de Fortí, del Racó.
Unos apuntes sobre La Xocolateria by Oriol Balaguer:
– ¿Qué sentido tiene ofrecer “el mejor croissant de España” y servirlo en plato de cristal pero con bandeja y cubiertos de plástico de estación de servicio?
– ¿De verdad están seguros que es una buena idea montar una tienda dónde se vende “el mejor croissant de España” en la que éste no se ve desde fuera más que en un cartel?
– ¿No pretenderán ganarse a los clientes del barrio que hoy compran sus croissants premium en Hoffman montando un negocio donde sólo hay dos tipos de croissants y éstos no están a la vista?
– ¿A qué público va dirigida una xocolateria en el Born con taburetes y mesas enormes compartidas?
-¿No era el “fer una xocolata” un acto social que invitaba a la tertulia o a llevar a los niños a tomar su dulce preferido?
– ¿Qué niño podrá sentarse en un local como ese?
– ¿Qué público potencial del barrio pueden tener? Los turistas de verano quieren “el otro chocolate” y los de invierno no son suficientes para soportar un local así. Las familias jóvenes con bebés quieren poder sentar a sus bebés y no tener que dejarlos en casa para ir al local. Los del grupo “ups, el chocolate engorda.”, querrían ir más de una vez pero ni su espejo ni sus amigos/amigas se lo permitirán.
Nada diré de lo mal que queda la máquina de los billetes en un lugar como ese.
Y si me pregunto todo esto es básicamente porque el suizo que me tomé ayer era delicioso (nata sin dulzor que combinaba con un chocolate con el punto adecuado de amargo), el servicio muy amable y el precio ajustado. Una lástima que, por primera vez en el Born, la comida sea excelente pero el interiorismo un despropósito.
De acuerdo en casi todo… La máquina para cobrar, la veo necesaria. Los dependientes están en contacto táctil con los alimentos en cada momento.
Tienes razón sobre la máquina para cobrar. No había pensado en ese punto. El resto, eso sí, poca defensa tienen.
P.D.: Otro día hablamos de Matís Bar. Una buena casa de comidas perjudicada por una ubicación, iluminación y servicio que desmerecen muy mucho lo que allí se sirve.
Tengo muchas ganas de volver al Matís. Me gusta mucho la cocina de Artur en todas sus formas.