Hacía mucho tiempo que deseaba acercarme a La Botica de Matapozuelos. Mis visitas a Castilla son muy escasas, por no decir inexistentes. Casi siempre Madrid representa el final del viaje. Pero en este caso, sólo una hora de tren separa la capital del Reino con Valladolid. Unos 30 kms más y se llega al pequeño pueblo de Matapozuelos situado en medio de vastos pinares. El pino es uno de los cultivos más importantes de la comarca y era perfectamente lógico que Miguel Ángel de la Cruz se propusiera cocinar este paisaje y hacer de estas piñas de pinos, el ingrediente protagonista de sus menús. Aparecen en su cocina bajo múltiples formas y estados de madurez. Toques ácidos cuando la piña está verde o más resinosos a medida que va creciendo. Es el hilo conductor de varios platos de su menú degustación pero no llega nunca a saturar el paladar gracias a una perfecta integración gustativa en estos platos.
El restaurante La Botica se encuentra en la pequeñísima Plaza Mayor del pueblo (valga el oxímoron) y ocupa una antigua farmacia. Ceno rodeado de estanterías donde se conservan aún los tarros de porcelana de apotecario. Es una pequeña salita en la que se recibe a los clientes que degustan uno de los dos menús más personales de Miguel Ángel . El de 42 € y el de 54€. Al día siguiente comí en la sala más grande, adyacente, donde se suele degustar la cocina tradicional castellana que elabora su padre, Teodoro de la Cruz.
Atiende la sala el hermano de Miguel Ángel, Alberto de la Cruz. Hay que dejarse llevar y probar estos vinos de Rueda tan reconocidos por el gran público, pero también algunas botellas insospechables , como ese vino con toques amontillados que te transportan de golpe a Jerez.
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El menú empieza con unos aperitivos. Cebollas encurtidas y pechugas escabechadas con hojas de pimpinela y acederas. Tal vez me hubiera gustado degustar estos dos aperitivos juntos en un plato un poco hondo con caldo del mismo escabeche. Un pequeño trampantojo: pâté de lechazo en forma de ciruela encima de una jalea de esta fruta y vino. Un sabor sorprendente y un poco difícil tal vez para paladares quisquillosos . Cortezas de fécula de patata aromatizadas con hierba perpetua.Aquí el gajo de piña verde y ácida que se exprime funciona como un limón.
Caldo de ajo arriero, con mini berenjenas. Una suerte de sopa de ajo, vinagre y comino. Deliciosa. Tal vez le sobraban estas dos flores de calabacín verde., algo recias.
Sopa de piñón (la idea de un ajo blanco) con trucha marinada, sorbete de flor de sauco (un poco dulzón) y ramas de valeriana y trébol. La presencia invasiva de las hierbas dificultaba un poco la degustación.
Tomates asados (en realidad muy enteros) con pesto castellano, es decir sustituyendo el parmesano por un queso curado de la región, albahaca y flores de borraja. Agua trasparente de tomate. Excelente pero estaría mejor aún con los tomatitos más confitados.
Cebolleta y mini puerros asados con un delicioso caldo de achicoria y una jalea de piñones fermentados. Muy buen plato vegetal.
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“Huevo” de leche de oveja ahumada con rebozuelos y espinacas salvajes. Otro pequeño trampantojo . La clara no es clara sino leche, pero el interior , eso sí, es yema de huevo de verdad. Muy bueno.
“Seta-callo” o seta –coliflor (“sparassis crispa”) con un potente jugo de callos. De golpe el menú hace un giro hacia sabores mucho más marcados. Muy interesante la textura cartilaginosa de esta seta, recordando un poco la “tremella”.
Bonito con reducción de pimientos asados y el mismo caldo de bonito. Un jugo intenso y profundo. Mini pimientos verdes y hojas de acedera picante. Aquí en cambio, el bonito hubiera soportado más presencia de estas hojas picantes. Bonísimo. Tal vez el mejor plato del menú.
Alas y crestas de pollo en pepitoria de piñones. En esta versión de la pepitoria (qué pocas veces se encuentra este plato en las cartas…), la almendra de la receta tradicional se sustituye por piñones. En el último momento, se ralla un poco de piña verde encima del plato. Excelente.
Pichón con remolacha, mini zanahorias, trufa de verano y milenrama (aquilea)
Empiñonado. Mazapán muy poco dulce relleno de morcilla. Plato bisagra que puede hacer de transición entre la parte salada del menú y los postres. También podría ser, en versión reducida, un pequeño petit-four.
Gajo de manzana, zumo de piña verde. Para limpiar.
Postres: “Piñones y Pinares”. Espuma de piñones con helado de piña verde. Polvo seco de bizcocho de tomillo y de hierba perpetua. Un excelente postre. Sólo le faltaba un poco más de helado para acompañar la espuma hasta el final.
“Petits”: Chocolate, demasiado tosco, emulando la corteza del pino.”Ramitas”: Galleta con polvo de algarroba
Este restaurante ostenta una estrella michelín (bien merecida) desde noviembre del año pasado.Realmente merece el viaje.
La Cocina Tradicional
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Guiso de garbanzos y boletus
Guiso de bacalao y oreja
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Lechazo/Tomates del huerto
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Quesada con frambuesas
Piñones garrapiñados
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Canto5. Un mosto de verdejo sólo parcialmente fermentado (5,7 º) con una ligera aguja.
Y un PX de Tierra de Castilla!
LA BOTICA DE MATAPOZUELOS
Plaza mayor nº 2
983 83 29 42
Me alegro de tu visita a la tierra. Y que salieras de ella contento.
Visita relámpago…
¡Qué casualidad! Estamos preparando un artículo para el lunes que viene sobre nuestra visita a La Botica hace unas semanas. ¡Menos mal que nuestro menú no fue el mismo que el vuestro! Nos gustó muchísimo comer allí y estamos deseando repetir pronto. Un saludo.
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