Después de leer el post de Albert Molins y de oír comentarios entusiastas de algún amigo gourmet, estuve buscando lo más rápidamente que pude una fecha para ir a cenar a El Pecat , un pequeño restaurante del Born, abierto por tres socios, uno de los cuales , Javier Moreno, un cocinero de sólo 22 años, proviene del Celler de Can Roca. Ya podéis imaginar mi expectación.
Digo “cenar” ya que entre semana , el restaurante sólo abre a partir de las 19h.
Aviso que las pequeñas críticas que leerán en este post son totalmente personales y algunas incumben más a manías mías que a una valoración objetiva.
Empezaré pues por unas consideraciones generales sobre uno de mis caballos de batalla, que es el exceso de dulce y de frutas en la cocina salada. (Escribí un post sobre este tema que me apasiona y durante algunos programas de TopChef, me he permitido “twittear” algunos comentarios al respecto).
Ya podréis imaginar mi disgusto al oír el simpático camarero desgranar plato por plato la carta añadiendo al final: “con manzana y piña, con melocotón, con reducción de naranja, con membrillo” etc…
Le sugerí entonces a mi acompañante la necesidad de sortear tantos escollos dulzones y elegir entre los pocos platos que quedaban disponibles. Me di cuenta después que llevaban todos “patata”.
No repetiré la misma argumentación que expongo en el post “Dulce-Salado. Un poquito de “por favor””, pero simplemente recordaré que si el comensal se satura de dulce durante toda la comida, difícilmente podrá disfrutar, al final, de los postres.
Cocinar con caldos reducidos dulzones o con frutas aún se entiende como una muestra de “modernidad”, pero en mi opinión de una modernidad mal entendida, ya que se remonta a la cocina de la Edad Media, o a un fenómeno que resurgió en la cocina de los años 80 (gran época, por ejemplo, de los magrets y foie-gras con dulzor, que aún tienen secuelas hoy en día). Y pensar que algunos, incluso, llegaron a afirmar hace unos años que lo dulce-salado era una de las características de la “vanguardia”…
Grandes cocineros pecan también de este (para mí) defecto , y dan, desgraciadamente, este ejemplo a la gente joven. Mirad en cambio la generación de los Ricard Camarena, Ángel León, Paco Morales, David Muñoz, Hermanos Torres , Jordi Vilà, Rafa Peña o incluso Jordi Cruz, etc…: trabajan con ácidos, picantes, hierbas y rizomas aromáticos, salinidad (algas), caldos y vinos poco reducidos etc… y lo dulce , siempre está presente como un discreto contrapunto o matiz.
Así que , vaya por delante que son gustos personales míos pero reconozco que existe todo un público para esta cocina del dulzor, el más agradecido de los 5 gustos y el más antiguo de nuestra memoria gustativa (leche materna etc…).
Los platos: todos a un precio más que razonable si se tiene en cuenta el incuestionado esmero llevado a la cocina y la buena calidad del producto, que no discutiré en ningún momento.
Después de un par de langostinos hervidos en guisa de aperitivo de cortesía, llegan las Patatas bravas para picar (4 €). Buena patata, pero ¿dónde estaba la salsa brava para justificar su nombre de “bravas”? La auténtica patata brava (ver link) ni debería, según los puristas, llevar mahonesa ni alioli . Personalmente me gusta la “caña” de la primera unida a la untuosidad de la segunda. En estos momentos me gustan las del Bohemic o de BierCab.
Pulpo con puré de patata (8 €). El pulpo en su punto pero faltaba un poco de pimentón picante para levantar el plato. Los germinados de rábano no eran suficientes.
Huevo poché con butifarra negra y patata (6,50 €). Sin duda un plato muy goloso.
Otro plato en la misma línea de sabores gulescos fue el de la carrillera gratinada, sobre puré de patata (7,50 €).
Un arroz de pichón (no estaba en la carta el arroz con tallarines de calamares que se encuentra en la web )(11 €). Correcto. Pero no veo el pichón en este tipo de sitio.
Postres:
Muy rico el helado de vainilla con infusión de frutos rojos (media ración en la foto).
En cambio algo gomosa la crêpe con helado de chocolate y Cointreau.(También media ración).
Me hubiera gustado probar la crème brûlée pero no la vi en la carta. La crème brûlée “gabacha” difiere de la crema catalana, no sólo por su aromatización (vainilla en la primera o canela en la segunda) sino principalmente por no llevar fécula, llevar al menos un 50 % de nata a parte de la leche y cuajarse cociéndose en horno a baja temperatura gracias a una importante cantidad de yemas.
No sé los precios de los postres, ya que fueron una amable invitación de la casa, pero me parece que rondaban los 4 €, precios que están en la línea general de la carta, es decir muy moderados.
El camarero simpático propone antes o después del café como un “trifásico” helado-caliente , que yo no tomé pero que parecía bastante conseguido (2,50 €)
Esta relación calidad-precio inmejorable, hasta en los vinos a la copa (la casa demuestra mucha inquietud en el tema del vino), casi hace que me arrepienta por las críticas personales y intransferibles anteriores, pero si me privo aquí de decir lo que pienso, para qué servirían mis “observaciones gastronómicas” …
c/ Sant Antoni dels Sombrerers (tocando Sª María del Mar)
93 268 91 97
TWITTER: @PhilippeRegol
Hola Philippe. Te leo desde hace bastante y gracias a tu blog he conocido unos cuantos restaurantes de inmejorable calidad-precio en Barcelona y alrededores. Así pues, agradezco críticas como esta del Pecat, en la que vuelves a adjuntar la cuenta, como antes hacías. Saludos cordiales.
JUAN LUIS
Nunca he negado que en muchos casos me invitan.
bravo Philippe, hay que opinar en lo bueno y en lo malo, mi visita al Pecat este pasado viernes fue un poco negativa, es verdad tu afirmación del exceso de dulce en un plato, es lo que me pasó con las mollejas con membrillo, no se saboreaba la molleja ya que era tanto el exceso del dulzor del membrillo que lo mataba, el pulpo me gusto, buena la parmentier, los otros platos me dejaron un poco indiferente, el arroz no me gusto, marca abundante de pimiento y cebolla con grandes proporciones de pimienta en grano molida, cocción pasada y prelavorado ya y emplatado en una cazuelita, le faltaba gusto a un buen caldo de carne, al pichón le faltaba caña, algo soso, como hervido, una mini porción por 13€, un poco cara.
Hay ganas de hacer las cosas bién pero tienen que mejorar mucho
Gracias por tu valiosa opinión.
Gracias a tus comentarios me pasé el pasado domingo a hacerles una breve visita pre-comida. Coincido con «web», tienen ganas de agradar y eso es fabuloso pues por natural que parezca, en esta ciudad suele ser la excepción no la norma.
De la comida: sólo probé el estupendo pulpo con parmentier, unas bravas donde la patata está a gran altura y la salsa navega naufraga en un océano de pimienta. Completó el trío, un humus cortesía de la casa que se agradece pero algo que sirve como una extraña introducción a la propuesta de menú del restaurante.
Regresaré a cenar en breve y entonces podré valorar mejor la propuesta de El Pecat. Lo bueno: me fui con ganas de probar más platos y sé que muchos me convencerán. Lo malo: hay algo que nunca me convencerá por muy buenos que sean los platos: el interiorismo del local es poco personal, frío aun siendo cálido, una oportunidad perdida de dar vida a un espacio que sin duda ofrecía numerosas posibilidades.
Les deseo lo mejor y espero contribuir a ello.
Ok. Pero «Por qué lo llaman Bravas cuando sólo son patatas con mahonesa»?
Para abundar en el tema dulce-salado, o más concretamente en la fruta. Entiendo que hay una recomendación nutritiva que indica que la fruta es lo primero que debe comerse y no lo último en un menú. Hablo, al menos, de lo que deberíamos hacer en casa para aprovechar de verdad todas sus características y vitaminas. Eso implica, como es lógico, que a parte de lo ácido que puedan tener también engullimos el dulzor. Yo resido en América Latina, como ya he dicho alguna otra vez, y aquí es importante la presencia de la fruta en los inicios de los menús.
(Por las mismas razones que expresas, y vuelvo a un debate anterior, no debería incluirse en ninguna comida una bebida de cola por el chute de azúcar que representa).
La fruta de la que hablo, no es el melón con jamón,dulce-saludo fresco y aperitivo, se trata de frutas guisadas, caramelizadas y de dulzor exagerado (con pocas vitaminas ya). De todas formas estos platos con frutas se encontraban en los segundos platos sobretodo. Y cuando llega el momento del postre, qué se debería tomar entonces? Ostras? Ceviches ? Esqueixada de bacalao?
Mucha planta y poca uva, el servicio fatal y la comida ni mucho menos lo que arece que te dan yo creo que se han equibocdo.
antes de montar tu propio restaurante, es necesario tener algo más de bagaje tal vez.
Fui con un grupo de amigos a El Pecat y nuestra experiencia fue genial! La comida estuvo muy buena, y me encantaron los postres. Excelente ambiente y servicio. Definitivamente regresaremos.
Excelente cocina, ambiente y personal. Se nota la apuesta por el buenisimo cocinero. Mis amigos y yo quedamos encantados por los platos que trajeron. Creativos y los ingredientes de calidad. Repetiremos seguro.
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