16 comentarios el “CAFÉ JAIME BERIESTAIN . (Barcelona)

  1. Querido Philippe,

    Aunque sea totalmente off topic quiero hacerte partícipe de mi experiencia en L’Arpège. Guidado por tus palabras y aprovechando un viaje a París reservé mesa para degustar el menú de mediodía de Mr. Passard quien, como bien comentaste, estaba paseando por una sala a rebosar mientras salían sus creaciones de la cocina.

    De las creaciones diré más bien poco pues más allá de la lasagna de trufa y los raviolis de verduras, el resto de platos oscilaron entre combinaciones imposibles (vieira con boniato y té verde), cocciones cuestionables (rape pasado punto y medio, pichón dos puntos) y una obsesión por los tubérculos que a un simple comensal como quien esto escribe se le escapan de cualquier lógica.

    De lo que sí hablaré fue del esperpéntico servicio del que se supone es uno de los restaurantes emblemáticos de la emblemática ciudad. Nos sirvieron dos veces los entrantes (tartaletas y un pequeño holadre de cebolla), el camarero admitió su error pero insistió en que nos los comiésemos. El error se repitió con el huevo cocido a baja temperatura que regresó a nuestra mesa dos servicios después de que despidiésemos los platos vacíos. En esta ocasión el camarero se percató del error (tras servírnoslos) y nos los retiró. Pero esto se convirtió en running gag cuando el risotto de rábano regresó por segunda vez a la mesa (en este caso la somelier nos dijo que era intención de cocina que lo volviésemos a comer, nosotros estupefactos). Antes del pichón otro camarero se presentó con el plato de queso para regresar a los pocos segundos para retirarnos los platos al percatarse que antes del queso va la carne. La guinda de tamaño disparate llegó cuando nos duplicaron los petit fours.

    Jamás imaginé que algo así podría suceder en un restaurante de 250€ el comensal. Indescriptible.

    Eso sí, Monseiur Passard paseaba alegremente entre mesas de políticos, empresarios y gentes del buen vivir y el mejor comer. Está claro que a ellos no les importa comer tres veces los mismos platos a tenor de los perfiles rabalailesianos que tenían.

    Tuyo,
    J.

    • Hola Jaume, He comido sólo 3 veces en Passard y no he visto nada igual, como lo puedes imaginar. Evidentemente no pongo en duda tu palabra, simplemente creo que tantos errores no pueden ser frecuentes. Un amigo cocinero ha estado la semana pasada y ha dejado un tuit entusiasta sobre su comida . En privado me ha contado que le había encantado la comida de Passard y su servicio, que yo siempre he encontrado muy elegante y cercano. Pero ahí queda tu opinión. Al menos te ha gustado la comida, no? y sobretodo no habrás salido con hambre! je je

      • Philippe, es obvio que esos errores no son frecuentes pues de serlo estaríamos hablando del club de la comedia no del club del buen comer. En mi caso, y pese a irme sin hambre, debo reconocer que todo ese dislate ha acabado irritándome. En cuanto al viaje gastronómico, pareciéndome interesante, no comparto tu nivel de entusiasmo pues no puedo hacerlo cuando me sirven un rape duro y un pichón seco. El resto de comentarios que puede hacer a L’Arpège son cuestiones personales (platos, composiciones, combinaciones) pero los errores de ejecución son hechos. Una lástima. Siendo mucho más humilde su propuesta, fui más feliz comiendo el sábado en Les Enfants Rouges que hoy en L’Arpège.

        • Es curioso como podemos tener visiones distintas de la misma cocina, aunque es cierto que no hemos comido lo mismo… La crónica gastronómica no s una ciencia exacta, ya lo sabemos…

        • Diría que el amigo Jaume ha sido víctima de uno de esos programas de TV infectos (creo que se llaman «Inocente, inocente» o algo así), porque de otro modo es de lo más surrealista su experiencia.

          De cualquier manera, pagar 250€ o 350€ por una comida me parece ya en sí mismo un exceso, totalmente absurdo si pensamos que por 3 o 4 veces menos se puede comer de maravilla en otros sitios que también aparecen y reaparecen en este blog. Ya sé que también han de existir los sitios de lujo, pero no es necesario apostar por ellos si a lo que se va es solo a comer y no a codearse con la creme de la creme o a hacer negocios.

    • Se mezcla todo: híbridos, selección de las variedades que existe desde los comienzos de la agricultura, con transgénicos, algo que no tiene nada que ver y cuyo inocuidad no ha podido ser demostrada. Recomiendo también la lectura de La Dulce Revolución de Josep Pamies http://www.dolcarevolucio.cat/es/ otro punto de vista.

    • Muy bonito texto de Santi. De acuerdo para distinguir el restaurante de otros formatos. El formato restaurante está en crisis, sin duda. Ese modelo creado por la burguesía parisina a finales del siglo XVIII y a principios del XIX se quedará como una bonita y versallesca reliquia del pasado? O todavía tiene sentido, aunque sea poniéndose al día? Es el debate.

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