He vuelto a la Granja Elena después de 5 años. Tal vez he tardado mucho para esta segunda visita. Lo que sé desde ayer es que espero no tardar tanto para la tercera.
En este post se explica un poco los orígenes de esta Granja, que pasó a charcutería para luego transformarse en pequeño bistró de barrio de apariencia más que humilde.
Si L’Artesana tiene el encanto de la novedad, Granja Elena tiene el de la solera. Ambos con el mismo defecto -la acústica- pero también con todas las cualidades gastronómicas requeridas para disfrutar en la mesa a precios mucho más razonables de lo que a veces se comenta en el caso de la Granja.
Este establecimiento cerrará en agosto para realizar unas obras que, sin cambiar el espíritu de la casa, mejorarán un poco su comodidad, entre las cuales entra el inconveniente del ruido. Porque la “alta cocina de barrio” de Borja Sierra se merece algo más de quietud para ser degustada. Pero me temo que el espacio de cocina seguirá exiguo. Un mérito enorme que estos platos puedan salir de estos tres o cuatro metros cuadrados.
Esta vez he salida de esta casa, pensando en estos bocados que te van rondando en la cabeza durante días. Estos platos que te provocan ganas de volver pronto y de llevar amigos “para que prueben tal o tal plato”. Después de las obras , a mitad de septiembre, creo que será un buen momento.
En Granja Elena se sirve una de las mejores croquetas que se pueda imaginar. Evidentemente, para mi gusto. Cumple los requisitos de la frágil textura de su relleno, la intensa sabrosura del jamón y la delicadeza de su capa crujiente. Lo que , para mi , se avecina a la perfección, ya que se aleja de las croquetas solo cremosas de bechamel de los restaurantes del Norte o del exceso de presencia cárnica de algunas croquetas de por aquí.
Solo esta croqueta sería un motivo suficiente de visita.
Pero este pequeño menú degustación improvisado -lo que saldrá en las fotos siguientes representa un tercio de ración- (y espero que se pueda hacer para todo el mundo), empezó con un aperitivo de cortesía : esa lámina de vaca gallega macerada en miso. Un maravilloso rosbif sin cocción. Deliciosa, hasta su grasa. Tal vez no le añadiría tanta sal en el momento del pase.
Muy rico el guiso de pochas con cocochas y piparra encurtida, cortada e integrada al guiso.
Rica es también la tortilla de bacalao con piparras frescas.
Ortiguillas muy buen fritas.
Espectacular la cabeza frita de cochinillo que se anuncia como homenaje a Javier Estévez de La Tasquería. Este detalle honra a Borja ya que, en estos momentos, los cocineros se “inspiran” con mucha frecuencia y sin citar sus fuentes de “inspiración”. En este caso está claro que Estévez no es el primero en haber cocinado entera una cabeza de cerdo (mirad aquí la que me sirvió Pascal Barbot hace 7 años), pero es cierto que La Tasquería de Javi popularizó esta manera de comer esta cabeza. La de Borja mejora, si cabe, la del madrileño y no se queda a la zaga respeto a la de Barbot.
La cabeza se acompaña de lechuga aliñada con un gran vinagre de Jerez, tal vez demasiado dulzón para mi gusto. Falta acidez en este aliño.
Excelentes también los callos con pata y morros.
Postres buenos pero previsibles.Torrija
Muy correcta, sin llegar al punto de fluidez que ahora se estila, es la tarta de queso inspirada en la receta de Zuberoa, uno de los restaurantes en el que se formó Borja.
Deploro, como casi siempre, la ausencia de postres elaborados a partir de fruta de temporada. ¿Porqué no una tarta de albaricoques (están en su mejor momento), unas simples fresas con nata, una ensalada de melocotones a la menta, un clafoutis de cerezas, una macedonia de fruta bien hecha? La estacionalidad de los productos ha de llegar a la carta de postres.
Me encantó este tinto natural de 11º5 de “Côtes Catalanes” . La prueba que se pueden hacer vinos ligeros en esta zona del Rosellón.
GRANJA ELENA
Passeig de la Zona Franca nº 228
Abre a las 7h de la mañana para sus famosos “desayunos de cuchara” (“esmorzars de forquilla”) y cierra a las 16h. Los sábados cierra a las 13h y los domingos todo el día.
sigo alucinando con la cantidad de sitios buenos para comer que tenéis en BCN.
Esa cabeza de cochinillo ¿estaba tan rica como la de Barbot?
Por las latitudes levantinas es muy difícil encontrar la cantidad, calidad y variedad de propuestas que tenéis en aquella ciudad. Esa tortilla de bacalao debería ser algo fácil de encontrar aquí, con la tradición de salazones de nuestra zona.Pero no lo es en absoluto.
Y luego unos callos tan madrileños, unos pochas con cocochas y piparras, tan vasco….impresionante…
Por cierto, aquí en el Sureste tenemos el bonito en salazón, que es uno de los mejores productos marinos que existen (como destacaste en tu visita a Murcia hace unos años), bastante desconocido y al que no se le da la relevancia que merece, usándolo más y mejor, y dándolo conocer en el resto del país.
Un saludo muy cordial Philippe!
Casi tan buena como la de Barbot.Sin duda!