Mientras los concursantes de Master Chef sudan la gota gorda en la preparación de un banquete de boda, releo un artículo sobre el cocinero Frédy Girardet, quien fue nombrado en los años 70 y 80 mejor cocinero del mundo y Cocinero del Siglo. Por cierto nunca sabemos quien hace este tipo de nombramientos ni de dónde sale su legitimidad. ¿Alguna de esas academias de miembros cooptados entre ellos, hoy seguramente desaparecida? Haré pronto un resumen de este artículo de la revista 3 Étoiles que pinta un retrato de lo más interesante sobre este cocinero bastante desconocido.
Volvamos a Master Chef. Reconozco el morbo del programa y no puedo dejar de interesarme al desarrollo de este segundo “episodio”. Cada vez el aspecto “reality” ocupa más terreno y la cocina propiamente dicha, menos. Nos quedaremos sin saber cómo se han cocido los langostinos de la ensalada, cómo estaba hecha la vinagreta de mango (la verdad, no sé si valía la pena saberlo), de dónde provenía el lomo bajo del plato de carne y muchas cosas más. Pero sigo pensando que Pepe y Jordi están perfectos en sus papeles de maestros chulescos y prepotentes. Cumplen muy bien su función. En cambio Eva González , la presentadora, brilla por su insignificancia.
Falta sin duda espontaneidad al programa.
Pero hice bien en esperar el final, ya que Jordi Cruz llegó a pronunciar dos frases relevantes a propósito de una tarta de queso “perpetrada” por el concursante aragonés, un tal Cerezo.
Un desastre por su aspecto pero la mejor de todas en cuanto a su sabor. “Se ha valorado más el sabor que la estética” dijo más o menos el cocinero del Abac, contradiciendo las palabras de Samantha Nájera quien anunció al principio del programa que la presentación sería capital en la valoración de los platos.
La segunda frase se refería a la humildad, que debería alcanzar el estatus de virtud teologal en el mundo de la gastronomía pero que, por desgracia, escasea bastante. “Un cocinero humilde aprende cada día”. Sabia sentencia, aplicable a muchos…
Ya ves, caí totalmente en darle una segunda oportunidad y he de decir que ayer me gustó más. Por lo menos no me resultó mortalmente aburrido como el primer dia.
Y el papel de la jurado femenino se acerca peligrosamente a ese papel primordial de lo estético que ella misma subrayó en la primera entrega. Una cosa es tener un rol distinto al de los chefs y otra cosa es tenerla danzando por las mesas preguntando qué tal los platos… :S
En fin, que el primer dia dije #no y ayer dije #sí 🙂
De verdad, Philippe, hay que estar “muy enfermo” para aguantar un truño de programa y acabar justificando la inversión en frases como esas. De buen rollo, eh……
Je je. El programa está aquí. Algo de positivo habrá que sacarle. No nos hagamos ilusiones. Nunca harán un programa “gastronómicamente serio”.
O, al hilo de la segunda frase, cuando Jordi también dijo “la soberbia es el cáncer de nuestra profesión”
Sii. No me acordaba de la expresión exacta! Fuerte, je je.
Pues Cruz y Rey, humildes, lo que se dice humildes no parece que lo sean mucho. Se encargaron de repetir unas cuantas veces que si no hubiera sido por ellos el pescado y la carne no hubiesen salido a tiempo en la boda.
Si. Por eso digo que están muy bien en su “papel chulesco”. Aquí hay guión evidentemente y ellos bordan el papel.
Yo no acabo de ver el interés “gastronómico” del programa, aunque teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de la audiencia no sabe cómo funciona una cocina profesionales, está bien tener a dos cocineros con mucho oficio a la espalda haciendo ver las cosas, aunque sea haciendo el papel de malotes y exagerando los ritmos, los gritos y la chulería.
No vi el primer programa, pero en este segundo tuve bastantes dudas sobre el sentido que puede tener esa sucesión de pruebas aleatorias, que parecen pensadas más para el espectáculo tipo reality (el concursante pasota, el que suda la gota gorda con cada decisión, la chica que llora…) que para hablar de cocina: ¿Qué sentido tiene poner a la gente a hacer una tarta sin receta, sin indicaciones… y juzgar igual a gente que no había horneado nada en su vida que a otros que tienen experiencia en eso? ¿Y combinar eso con lo de la “caja secreta” en la que unos podían hacer un plato sencillo de presa y otros un postre? ¿Cómo se miden esas dos cosas tan diferentes por el mismo rasero?.
En fin, no sé si repetiré.
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Yo tengo un restaurante y soy cocinero, y me da auténtica verguenza que salgan dos cocineros tratando de esa manera a aprendices, no querria estar en su cocina