Acabo de leer el último libre de Pepe Barrena , “COMER DE CINE” (Ed.En Boga). Pepe es productor audiovisual y crítico gastronómico. Cada año organiza su festival Cinegourland en el que aúna sus dos pasiones: el cine y la gastronomía. Hace 20 años que le conozco, desde las históricas Jornadas de Vitoria, a la cuales me voy refiriendo a menudo.
En este pequeño libro delicioso que se lee en un día, Pepe analiza en unos cortos capítulos los contenidos gastronómicos de unas 40 películas . Desde El Festín de Babette hasta Agua para chocolate pasando por Vatel o Airbag.
Pero lo más interesante es que se utilizan estos referentes culinarios como punto de partida para despotricar con ironía y una sana mala baba sobre el panorama gastronómico de nuestro país.
“Secuencia a secuencia” nos ilustra sobre la desaparición del caviar, la deconstrucción culinaria “a la Derrida” (pronunciar “dejidá”) o el patético nacionalismo del Bocuse de Oro (aquí es el país vecino quien recibe…). Reivindica la mantequilla cuando todo el mundo se llena la boca con el aceite de oliva, aboga por maridaje con agua para la cocina de vanguardia, culpa a los fabricantes de vajilla de algunos platos delirantes de barroquismo (imagino de continente y de contenido) para cargarse al segundo el exceso de minimalismo de los interminables menús degustación compuestos por simples bocados.
Estigmatiza los productos “totem” como el atún, la vieira, el cochinillo y los eternos germinados, que habrían sustituido los otrora inevitables pichón, bogavante en ensalada o foie-gras con agridulce (me temo que seguimos con este último…).
Frente a los decálogos prescriptivos que se pusieron tanto de moda hace unos pocos años, enarbola el suyo, del cual podría compartir muchos de sus apartados:
“No comulgo con la insistencia de combinar un menú-degustación largo y estrecho (los prefiero cortos y anchos) de una docena de pases (creo que se queda corto…) con otros tantos vinos pues el cuerpo se vuelve loco y la memoria olvida. Tampoco me convence la monotonía de un festín donde el agridulce ( añado “ o lo dulce”) sea omnipresente”. El resto del decálogo , os lo dejo descubrir por vuestra cuenta. Está cargado de sentido común.
En fin una bocanada de aire (no el de lecitina…) fresco y de saludable impertinencia en medio de una literatura gastronómica a veces demasiado cortesana.
Ayer 3235 entradas en el blog, en un día. El doble de lo habitual. Simplemente por el tirón de la michelín…
Y le dan 3 estrellas a Quique Dacosta, no lo acabo de entender !. Y siguen las 2 de Les Cols, todavia lo entiendo menos. Y cuando las 3 para Atrio en Cáceres?.